El taxista; no el boxeador
Por: Misael de Santiago Velasco
En cada pueblo, en cada ciudad; es más, en cada asentamiento o población existen historias de personas que de una forma u otra se distinguen del conglomerado. Hoy me referiré al “Canelo”, y no es boxeador, sino taxista. Canelo, por su color de pelo. Nombre: Manuel Meza Bernal.
Pues bien, por allá entre las calles Hidalgo, Mercado, Morelos y otras del mero Ixtlán del Río, Nayarit, entre los años 40 nacimos una caterva de pelafustanes. Esto por lo vago que fuimos conforme crecíamos. Entre ellos el que escribe y Temo, Helio, Héctor –Genaro–, Manuel, el Cachetón, el Charrasco, David y Reyes; el Mentolato, de otro barrio, Chico “El Pollo” y Raúl Minjares –un mecánico joven que vino de Santiago Ixcuintla,; distinguiendo en esta ocasión a Manuel “El Canelo”, el cual me merece contar una breve historia de su desarrollo como persona. Había otros muchachos, pero no se juntaban con nosotros.
Me voy a referir a Manuel Meza, “El Canelo”, quien de una forma u otra se convirtió en líder. Tal vez la experiencia de la vida, desde muy pequeño cuando perdió a su mamá, lo hizo ser férreo. Nos dirigía, era el de la iniciativa, en la tirada, en el monte, en los paseos a los ríos, y en fin, cosas de la vida cuando estuvimos pequeños.
El Canelo desde pequeño trabajó para buscar el sustento de su hermano “Casiano” y de su abuela Doña Mere que hacia tortillas de maíz. Se consiguió un cajón para dar bola y por el rumbo de la plaza se hizo un buen “bolero” con los años.
A veces salía de Ixtlán a trabajar. Llegó hasta Mochis, Sinaloa, a trabajar en la obra de una de las grandes presas para aguas. Con el tiempo regresaba al pueblo que lo vio nacer. Siendo adolescentes nos íbamos al llano a cascarear fútbol con un balón de aquellos que había y que eran de cuero. El Canelo, unos años más grande que el resto de la palomilla, fue el primero que se casó, con Elvira, la compañera de la vida, procreando a sus hijos.
Ya creciditos, algunos nos fuimos a estudiar, otros a trabajar fuera de Ixtlán. Manuel, quien aprendió rápido a manejar, sirvió a varios propietarios de carros de sitio “taxis”, en donde agarró fama por ser muy servicial. Con los años se hizo de una concesión. A la fecha tiene su buen carrito dando servicio eficiente a donde el cliente pida. Ahora vive por la calle Moctezuma, de Ixtlán. No sé si aun expendan en el domicilio buena cena como el pozole.
Una de las vagancias del Canelo fue cuando era “estopa”, o sea aprendiz de mecánico en el taller de Emilio Cosío, a la salida poniente de Ixtlán del Río. En la barda que da para la gasolinera colgó varios objetos, entre ellos nicas, cazuelas y lo que encontró. Colocó un letrero que decía “Mexican Curios”, en alusión a una casa que había por la calle real, especie de museo. El dueño, de apellido Salinas, se indignó y le aventó a la policía. No pasó a mayores solo tuvo que desbaratar el Canelo su museo improvisado.
El Canelo era o es muy ideático. Inventaba cada apodo para los amigos, sin llegar al escarnio. Antes, la muchachada nos arreglábamos el corte de pelo, ya sea flet tap, o de copetito. Varios traíamos el pelo largo, pero en la parte de arriba. El que escribe en lo particular se hacia un copetón, por lo cual me apodó “El Pájaro Loco”, en alusión al de los cuentos de Walt Disney. Hasta la fecha cuando nos llegamos a ver lo primero que me grita es ese apodo.
Ahora El Canelo, ya de “viejo”, hace fama cantando canciones de las que llevaron al éxito a Javier Solís, y lo hace bien. Cuando lo invitan a cantar no se hace del rogar e interpreta esas canciones, como “Renunciación” y “Esta tristeza mía”, y otros boleros que se niegan a morir, de esos que los escuchas no se olvidan, de esas canciones con su música de mariachi que perdura, y más que las cantó uno de los mejores cantantes de México.
Recordar a los amigos lo considero algo relevante, y más de gente que se identifica con el pueblo. Ya somos sexagenarios. Ya mero le llegamos a los 70 y más, pero con el ánimo de que las generaciones de nosotros tengan un recuerdo y las nuevas se den cuenta de las vivencias por las cuales ha pasado nuestro bello pueblo y algunas de sus gentes. El Canelo no el boxeador, sino el taxista.
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