Ernesto Parra Flores
Las elecciones de nuestras autoridades son una lección que aun no sabemos aprovechar. Veamos algunos puntos clave:
Los electores ya poco se guían por los partidos, siguen a personas; o sea, los partidos están dejando de ser necesarios.
Las propuestas de los partidos son más de tipo económico que cultural o educativo. ¿Conoció algunas propuestas para la cultura del municipio o del estado?
Por esta razón, para convencer al votante, hacen uso de programas de apoyos, llegando hasta la amenaza; ¿No es esto un síntoma inequívoco de que ya se llegó al extremo en la compra de votos?
Otro asunto es el que existen grupos de amigos o familias que ascendieron al poder y tratan de seguir sin importar partidos, solo el interés del grupo privilegiado.
Si los partidos ya no cumplen su función, si los grupos de familias o amigos se han apoderado de los destinos del país, estamos en situación semejante a la época Porfirista. El voto solo esta sirviendo para afianzar esa “democracia” fingida.
Considerar el voto como una forma activa del ciudadano para alcanzar una democracia mas avanzada, es un grave error. El voto, si no es respaldado por acciones por parte del que lo emite, representa un hecho de poco valor. La ciudadanía, una vez votando, duerme el sueño de los indiferentes y le deja a los elegidos que hagan un gobierno a la medida de sus propios intereses.
El ciudadano no respalda su voto exigiendo tomen en cuenta sus opiniones, le rindan cuentas claras. Con el voto, solo le entregan a los elegidos una hoja en blanco para que escriban a su antojo.
Emitir el voto es apenas el inicio de una gran obra, las autoridades toman los papeles principales y cobran caro por su trabajo; al ciudadano, solo le dejan el papel de espectador para que aplauda y pague por la función, y si no le gusta, ¡que se aguante! ¿Por qué no se sale, o saca a los malos actores y exige devolución?
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