IXTLÁN DEL RÍO.- Por las estrechas veredas, el cruce de ardillas, lagartijas y aves diversas, los peregrinos de Ixtlán arribaron al poblado de Cacalután para rendirle tributo a uno de los santos más venerados de la región: El Señor de la Ascensión, cuya imagen resguarda con recelo el templo de aquel lugar, donde se producen las ciruelas más ricas del mundo.
Como ha sido costumbre, una buena cantidad de peregrinos se desplazó a pie utilizando el camino viejo, en una romería que inicia desde las primeras horas del día, para aprovechar la frescura y evitar la insolación – más aún cuando los tiempos son más tórridos, calientes -.
Sin exagerar, es decir, hablando con toda objetividad, ésta vez acudieron no menos de 300 personas, a pie, dado que otros tantos se desplazaron en bicicletas, en autobús o en automóviles particulares.
Como ha sido su costumbre, los parroquianos que residen en aquel hermosísimo rinconcito del estado de Nayarit, recibieron a los peregrinos con los brazos abiertos; y todos, unidos como una sola familia, compartieron la sal y la mesa, ahí, en la bella plazuela, bajo los frondosos árboles que la circundan.
Durante su trayecto, desde Ixtlán hasta Cacalután, los peregrinos fueron custodiados por los elementos de Seguridad Pública y Protección Civil.
Antes de adentrarse por las callejuelas fueron recibidos por el presidente municipal Salvador Muñoz Hernández, ahí en el punto conocido como La Cruz. El alcalde y su respetable esposa Blanca Angélica Ramírez les obsequiaron unos ricos tacos de canasta, agua fresca y fruta, además de dotarlos de la tradicional playera que los identifica como peregrinos.
Cansados, agotados, con los pies hinchados algunos, sedientos, pero con la satisfacción de haber cumplido, arribaron a Cacalután antes del mediodía.
No hubo nada que los detuviera; y su primera acción fue plantarse al pie de la imagen del Santo Patrono, es decir de el Señor de la Ascensión – conocido mejor como el Señor de Cacalután -. El Templo, como es de imaginarse, se vio repleto de gente durante todo el día…
Un fuerte aguacero que se desató por la tarde opacó un poco el jaripeo; pero la fiesta continuó durante toda la noche, como ha venido ocurriendo cada año.
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