Cuando era pequeño, acudí una ocasión a la casa del vecino. En ese entonces vivíamos por la calle Abasolo – a espaldas de la Plaza de Toros, en Ahuacatlán –. Pedro y Pachita escuchaban a “Felipe Reyes” – la radionovela del momento –, y fue entonces que escuché a ella decir: “Estoy cansada; ya es tarde. Mejor me voy a acostar.
Pero antes de eso, Pachita se dirigió a la cocina para preparar “el lonche” del día siguiente. Recalentó los frijoles; prendió el comal, colocó la masa en el metate y se puso a hacer las tortillas. Buscó en el pretil si quedaban algunas galletas, llenó el azucarero, lavó la olla para el café y fregó los platos y los vasos que sus hijos habían utilizado momentos antes.
Colocó la ropa húmeda en la cuerda que colgaba en la cocina y la ropa sucia la metió en un costal. Enseguida planchó una camisa y cosió un botón, recogió los juguetes. Regó las plantas, ató la bolsa de basura y tendió una toalla. Bostezó, se desperezó y se fue al dormitorio.
Se paró un momento para escribir una nota a la maestra, contó el dinero para los gastos del día siguiente y tomó una funda para introducir ahí la almohada.
Después tomó la escoba para barrer “La entrada”, la cual estaba sucia por los fuertes vientos de la tarde.
A continuación, doña Pachita se lavó la cara con las toallitas, se puso un poco de crema para piel reseca y se lavó los dientes. Pedro gritó: “¡pensé que ya te habías acostado!” “Sí, ya voy”, respondió doña Pachita.
Puso un poco de agua en el bebedero de la puerca y sacó el gato al corral. Cerró la puerta con llave y apagó la luz de la entrada. Dio una ojeada a los niños, les apagó las luces y recogió una camiseta. Tiró los calcetines a la bolsa de ropa y habló con uno de ellos que estaba todavía haciendo los deberes.
En su cuarto puso el despertador, preparó la ropa para el día siguiente y ordenó los huaraches y zapatos que estaban regados bajo la cama. Añadió tres cosas a las seis de la lista de las cosas urgentes, dijo sus oraciones y visualizó el alcanzar sus propios objetivos.
En ese momento, don Pedro apagó la radio: “me voy a la cama”. Y lo hizo, sin otros pensamientos.
¿Nada extraordinario? Se preguntarán. ¿Por qué las mujeres viven más tiempo? Porque están hechas para los largos recorridos…no se pueden morir antes, tienen demasiadas cosas que hacer. Después de leer esto, piensa y medita y después.
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