TEPIC.- Con mochila en mano, Enriqueta Muñoz escucha atenta las palabras de la doctora. Sentada a dos metros de la sala de espera de Tococirugía, respira tranquila cuando le anuncian que el estado de salud de su hija era estable y que el peligro ya había sido superado.
Su preocupación se torna en alegría tras saber que su nieto, aunque prematuro, había nacido sano. “Es un niño, Enriqueta. ¿Traes el acta de nacimiento de María?”, le pregunta la doctora. Ella asienta y después le da un trago a la botella de agua que el familiar de otro paciente le había regalado.
Enriqueta y María arribaron a la clínica uno del seguro social al filo de la una de la tarde. Madre e hija se vieron en aprietos desde el amanecer del sábado. No cumplía María aún los nueve meses de embarazo, pero a esa hora empezó a sentir los dolores previos a su alumbramiento.
Radicados en Guadalupe Ocotán, municipio de La Yesca, Enriqueta y María acudieron en primera instancia a la clínica médica de la localidad, pero tomando en cuenta las circunstancias, la doctora pidió su traslado inmediato al seguro social de Tepic.
La urgencia del caso los orilló a trasladarse en avioneta. Pronto llegaron a la capital nayarita. En el aeropuerto ya los esperaba una ambulancia, pero María ya estaba a punto de dar a luz. Con la torreta puesta arribaron a la clínica uno; “¡Ayuda!, ¡Ayuda!”, gritó el conductor. Pronto tuvo respuesta y entre cuatro hombres bajaron la camilla y a María se le condujo de inmediato a Tococirugía.
El bebé por poco y nace en el pasillo. “Diez minutos más y quién sabe qué hubiera pasado”, habría dicho posteriormente la doctora.
De 50 años, Enriqueta Muñoz y su hija María, de 28, pertenecen a la etnia huichol, pero son bilingües. La primera de ellas admite que el susto fue mayúsculo. Con todo y todo, tuvieron el buen tino de cargar con todos los documentos necesarios para la atención médica, la cual, se insiste, fue muy oportuna.
Discussion about this post