“Hello Mary, hello hello”
Comenzaba la clase entonando esa extraña melodía, el profesor Antonio Sánchez García. El “Ticher”.
Hombre robusto, de pequeños pero claros ojos y canas devorando los vestigios de su cabellera negra en sintonía con sus gruesas manos llenas de un blancor de gises deslizados a la bolsa de sus pantalones azules marinos, negros, grises.
No le apenaba el no traer maletín y se cargaba con todas las listas, los trabajos y las tareas del alumnado en las aulas a quienes les impartía clase; en sus manazas abrumadas por el peso de tanto papel. Era de los infaltables y hasta el director Cipriano y el subdirector “periquecas” podían faltar, pero él no. Es la suerte de profesor que uno detesta como alumno en esos años, por lo asiduo de su asistencia.
Yo lo miraba francamente entusiasmado desde mi lejano lugar.
Comenzaba a tallar en el pizarron el agudo chillido del gis astillado para escribir una segunda frase:
“it’s to live you”
¿Qué era ese mazacote de palabras enfrente de todos nosotros? –Niños aun de doce años-. Luego nos explicaba el vocabulario: el Hello por “Hola” el it’s por un pronombre neutro. Entonces estaba cerca un Hello de un “hola”, pero en el you ¿era un yo o un tú?
Y en el it’s que no era un acento sino una contracción, un apostrofe. ¿Por qué nosotros no tenemos apostrofes? Me preguntaba a mi mismo y la respuesta venia en una enigmática pronunciación de parte de él. ¿De dónde provenía la pronunciación, que mundos había allá en el fondo de ese idioma? ¿Qué era?… era nada menos que el vivo idioma de Shakespare, Bertrand Rusell, Stephen Hawking, Noam Chomsky… era Ingles.
Con el tiempo sabría del Ticher que él gustaba de escribir poesía… jamás tuve el valor para criticarle.
Lo que en los demás suele ser un incorregible defecto capaz de provocar una implacable urticaria, por citar un ejemplo de los más elementales: el palurdo fanatismo por una selección nacional mexicana que no tiene ni el coraje de dar para atrás… él se atrevió a transformarlo en una cualidad al declararse “fanático” de la poesía de Amado Nervo. Cosa que puede sonar a reducto en las mentes pasmadas y mediatizadas pero que sin embargo dan allá afuera, en la realidad, el cambio hacia una calidad de vida.
Uno quiere estar siempre cerca de lo intangible: sea por paranoia o por fatalidad, por fe o trascendencia, por miedo o por consuelo, las justificaciones son muchas y variadas… quizás por eso exista la poesía, quizás por eso escribía y gustaba de la vida, siempre invariablemente alrededor de su familia. Jamás tomado ni de chile frito, correcto hasta para dirigirse en la cotidianidad de una tienda.
Yo, desde aquí le estoy agradecido porque el puente para cruzar, la llave para abrir otros idiomas me la dio él en la humildad de su oficio, de su profesión.
Cuando uno ve los rayos partir desde la tierra… el movimiento llega después, lento. Y el sonido se queda, un poco más, retumbándose con ecos prolongados en las lejanías de los cerros ya sin luz… se ha ido. Vale un Requiéscat in pace por su Hello Hello… Maestro.
Miércoles 01 de Julio de 2015
Discussion about this post