JALA.- Radicado desde hace ya dos lustros en el estado de California, Estados Unidos, Carlos Ventura arribó a Jala el pasado sábado 13 de diciembre. El sombrío panorama del campo lo orilló a emigrar hacia aquel país. Tenía algunos 15 años cuando partió de ésta ciudad; hoy no pasa de los 25.
Carlos no regresó solo. Su esposa y sus dos hijos lo acompañan. Allá se casó – en Riverside – con una mujer Michoacana. Y no le ha ido nada mal. Sus buenos hábitos le han permitido amasar una pequeña fortuna. Las penurias de antes parece ser que quedaron atrás. Ahora se pasea por las calles de Jala montado en una camioneta de lujo. Viste ropa casual pero de buena marca y se da también el lujo de comer en buenos restaurantes.
Raúl Aguilar, quien coincidentemente reside también en California, llegó a su tierra natal apenas el pasado sábado. Luis Carrillo y Javier Altamirano habían arribado el viernes; mientras que Patricia Silva llegó también el sábado, procedente de Oregon.
Estas otras personas no desentonan con Carlos. También “se pasean” en vehículos modernos. La vida les sonríe con amplitud, según se infiere, al menos en el terreno económico. Y para esta semana se espera el arribo de muchísimos paisanos nuestros; gentes que ocasionalmente viven en la tierra de Mr. Obama y que vienen a Jala aprovechando las vacaciones navideñas.
Con su arribo, la ciudad ha cambiado un poco; más alegre, más divertida. Son los hijos ausentes los que le dan vida ahora a este Pueblo Mágico. Es mayor el ajetreo comercial. Gentes que corren de un lado a otro cargando bolsas, mientras que los traslados a Ixtlán o a Tepic son más frecuentes.
En la zona centro es evidente el movimiento peatonal y vehicular; y a pesar del fuerte frío que se ha dejado sentir últimamente, son muchas las personas que deambulan por la plaza del inmigrante, por el Llanito, por el barrio de la Natividad. Un respiro más para los comerciantes, quienes sin duda alguna esperan recuperar un poco lo que han invertido en sus negocios.
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