
JALA.- Estar esperando la procesión del tiempo que es lento aquí donde en cada piedra se escucha el sonido de remudas y pensando en esta banca bajo los árboles con uno de los pocos jóvenes filósofos que se encuentra uno por la vida cuando se busca amores y amigos, mientras contemplo el majestuoso volcán Ceboruco y la plaza en su tranquilidad. Reposo que motiva para ir caminando por el kiosco y estoy en los senderos de las preguntas y respuestas de un sueño que comienza a sembrar la semilla.
¿Qué es la milpa de cantos?
- Un espacio para las propuestas alternativas, tanto en el aspecto cultural como el ecológico. Una intención de hacer comunidad, cooperación y desde luego la sustentabilidad.
¿Quién está sembrando milpa de cantos?
- Ricardo Cambero, aprendiz de permacultura y de prácticas, técnicas que sean respetuosas con el medio ambiente. Poeta, voluntario, montañista. Una especie de campesino postmoderno y activista social que defiende las causas justas y la defensa de los ecosistemas
¿Qué propósito tiene el proyecto milpa de cantos?
- Ser un punto de conexión y generador de redes que promueva la cultura, el comercio justo y local, la conciencia ecológica, la armonía con la tierra.
¿Qué incluye?
- Libros, cine club, café, tienda orgánica, talleres, banco de semillas locales, milpa y huertos biointensivos, separación y reciclaje de basura, temazcal.
¿Cómo surgió la idea?
- Una vez que observas el estado de las cosas como la mala alimentación, la cultura chatarra, la falta de relación con la naturaleza, la enajenación de la gente, comprendí que el único camino es la autogestión, la autonomía, la autoproducción, la conexión con quienes hacen lo mismo y lograr cambiar el paradigma de una sociedad industrial y depredadora a una sociedad que sustente la vida.
¿Cómo se podrá enterar las personas interesadas?
- Primero estamos en Xala, frente a esta plaza principal, Hidalgo 15. En las redes sociales, en Facebook donde se podrá conocer a profundidad de toda la variedad de actividades y por correo electrónico milpadecantos@gmail.com
Se levanta y soy testigo de su manera de vestir como a la vieja usanza, su boina que no logra contener su cabellera, el rostro de griego y su bufanda y se va perdiendo entre la calle empedrada y abre el caserón y a manera de despedida mientras busco un taxi, me pone en estado de emoción: “por cierto ya invité a tu amigo el escritor Miguel González Lomelí”. Mi alma me pide que regrese cuantas veces sean necesarias porque los soñadores tenemos la obligación de espacios luminosos y fértiles como milpa de cantos.
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