Report-arce
1.- Luna llena en el boulevard.
A oscuras el río Santiago cuando cruzamos el puente carretero, sigue el barullo de los cronistas Rubén Arroyo, de Ahuacatlán, Raúl Méndez Lugo de Tepic, Pablo Torres Sánchez de Ixtlán, y demás invitados, que intercambian recuerdos y fechas, cuando Orlando el chofer de la vagoneta del CECAN, desliza el rumbo a la sede donde se llevará el II Encuentro Bi-Estatal de cronistas e historiadores de Sinaloa y Nayarit los días 11 y 12 de febrero, lo que será un fin de semana para compartir la fundación de los pueblos que ellos son los escribanos, los que hurgan documentos, cotejan y van a las notarías parroquiales, los vestigios en lugares inhóspitos para bosquejar, clarificar el rostro de sus comunidades que estremecen el origen.
Motivo suficiente para estar aquí, el Centenario de Nayarit como estado soberano y el CCIV aniversario de la fundación de este lugar. El nombre de luces coloridas y el arco de bienvenida, el nuevo boulevard, las primeras impresiones; instalarnos en el hotel Catalina, habitación 3 con el reportero Carbajal, de dos diarios estatales.
Asistir a la cena de bienvenida en el local del salón del comisariado ejidal que nos reciben con una cena y refrescos. Nos registramos y damos la inscripción de 200 pesos y nos entregan revista, periódico y programa. La plaza semioscura y la iglesia en penumbras. Poco tráfico en una pequeña ciudad que me asombra que casi no hay ruido de motocicletas, todavía no llega la modernidad del comercio.
Nos otorgan bailables de Nayarit Mestizo, la Danza del Venado por cortesía de un cronista de Sinaloa y la luna llena nos viene siguiendo desde que salimos. El maestro Pablo acompañado de su señora Gloria y Anabel Murillo, pronto me busca presentar con colegas y ahí me encuentro con otro compañero, Ernesto Parra Flores, que tiene doble función y pasión, es el cronista del municipio El Fuerte e Ixtlán del Río.
La noche cae y durante varias horas la luna no se cansa, nos viene siguiendo como una cordera de algodón fosforescente, como una barca errante en el mar negro. Antes de dormir salgo al balcón para admirarla y la nostalgia agolpa mis sentimientos ante el alumbramiento en este lugar apacible llamado Rosamorada.
2.- Mi pobre Cámara y Alí Chumacero.
Como siempre me sucede en estos casos, extraño mi almohada y no duermo a profundidad, aunque es un ambiente apacible. De mañana nos encaminamos por el sendero del desayuno a una cuadra. Ya estamos listos afuera de la presidencia municipal y mientras llegan los demás, vamos a visitar para ser testigos de la Cápsula del Tiempo que depositaron en un rincón del atrio. Fotos para el recuerdo, y mi pobre cámara fotográfica ya no soporta ni guardar siquiera una o dos tomas. Mejor no la saco y desde este momento en adelante me siento frágil, como una veleta esperando que otros tomen sus fotos con elegantes celulares de todos los tamaños y colores, con sus pequeñas cámaras digitales, e implorando sus nombres para que me las envíen por inbox.
Me siento fuera de escena, porque los compañeros tomaron tantas fotos en el encuentro como si fuera lluvia de flashes. La parroquia de altas torres y pintada de azul y blanco con sus tres relojes, uno sirve, otro no y uno no existe, sólo está su espacio circular. La plaza con árboles y sus bancas largas, con su kiosco, donde la placa conserva el error ortográfico que ninguna autoridad se ha fijado o no ha querido cambiar del trienio 1976-78.
Un busto diminuto del Padre de la Patria en su pedestal. Están instalando la enorme lona o carpa para recibir al personaje Andrés Manuel López Obrador que estará acompañando al doctor Miguel Ángel Navarro en punto de las once treinta, en un sábado agitado porque también en otro espacio reciben a Manuel Cota, precandidato a gobernador.
Estamos listos en el pequeño auditorio con su fondo blanco y las paredes verdes. Reminiscencias del segundo informe de gobierno municipal. La mesa de manteles rojos y blancos. El protocolo, palabras del presidente Servando Cervantes y del cronista Jorge Briones. Percibo que hay café en abundancia. La foto colectiva para el registro. Pensé ver a mi amigo de Xala, Miguel González Lomelí, pero es en vano.
Pedro Luna se prepara para su conferencia que nos busca acercar sobre el origen de los asentamientos humanos en nuestro querido Nayarit. Después vendrá la primera mesa de ponencias, está el tiempo medido por 20 minutos y cuando falten tres se les pondrá un papelito para que se acuerden del no perdón. Reviso el programa y traigo mi mini lap azul que no utilizo porque falta donde ponerme para el enchufe eléctrico.
Estoy como espectador junto con el señor Néstor Chávez Gradilla que es el cronista de Acaponeta y como tal abre el tema de su ciudad, los edificios, su gente, la comida típica, su vida. Al verme entusiasmado me regala una carpeta blanca donde vienen dibujos de su ciudad, de lo que me contaba, el puente del ferrocarril.
Don Néstor resultó ser primo hermano de nuestro reconocido fotógrafo Víctor Chávez. Lo dejo hablar y percibo que le encanta recordar y me lleva a sus momentos aquellos cuando los personajes de su pueblo lucharon porque Acaponeta sea la ciudad cultural que se merece, Vladimir Cora, de Héctor Gamboa y Guillermo Llanos están en la colección de vivencias. Las veces que visitó al gran escritor a la enorme urbe, los regresos a la ciudad de las gardenias, y la botella de whisky que Alí no compartía, las respuestas ocurrentes de que se quería morir a los doscientos años en manos de un marido celoso.
De las vaciladas y juegos de cartas, de las bellezas de las mujeres de las veces que su esposa le dice a don Néstor: “ya estás viejo para ver a las muchachas”… Continúa el jueves.
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