Entretenimientos modernos

Me encontraba la otra vez estacionado sobre la avenida 20 de noviembre de mi lindo Ahuacatlán, esperando que mi hija Erika – quien había acudido a una frutería – se desocupara, cuando en eso dirigí mi vista al frente y observé fascinado a la gente a mi alrededor, pues nada tenía que ver con la imagen que mis ya decrépitos recuerdos evocaban de tales sitios.

Junto a esos lugares, lo recuerdo apenas, se ubicaba la Panadería de “Los Tochos” y un poco más al sur se situaba la Delegación de Tránsito que durante muchos años operó bajo la Capitanía de Don Juan Gómez…

En mis tiempos rondaba a veces por esos sitios nada más para “contar” – ¡Mira!, ¡qué forma de distraerse! – los pocos vehículos que pasaban por ahí….

Era para mí “un contento”, ver el paso del camión de Neo, el que recogía la basura del pueblo; o el del gran “Chepote”, cuya Chévrolet apenas sí podía caminar.

En fin, por ahí cerca divisé a una nube de jóvenes sentados frente a sus respectivas tablets, Ipads o celulares en línea y haciendo cosas tan interesantes como chatear o jugar solitario – que es una forma ligeramente imbécil de estar solo -.

Nadie platicaba, nadie alzaba la mirada y comprendí, como si me golpeara un rayo, que estas generaciones vienen bastante bien “espectadas” en una especie de autismo cibernético que no me parece ni bueno ni malo, nomás digno de descripción pues marca el signo de los tiempos que vivimos y los que viviremos.

Datos del INEGI confirmaron mis sospechas. En la encuesta “Disponibilidad y uso de tecnologías de información y comunicación” realizada no hace mucho, los datos fueron elocuentes: casi todos los mexicanos tenemos televisión, más de la mitad un teléfono celular, la tercera parte una computadora y el 50% conexión a Internet. De los 20.5 millones de usuarios de la red un poco más de la mitad son jóvenes entre 12 y 24 años de edad. En todos los casos se trata de una tendencia a la alza que es sistemática e irreversible, faltan pocos años para que todos los mexicanos tengan acceso a una línea de red y el efecto social, me parece, ha sido advertido insuficientemente por los estudiosos de mirada profunda.

Por supuesto la pregunta interesante es ¿cuál es el uso que le dan estos jovenazos a una herramienta tecnológica tan poderosa? Las respuestas podrían ser venturosas; sin embargo, intuyo – siempre intuyo, ¡nunca sé nada! – que el asunto no da mucho margen para el optimismo.

La juventud de aquí, de allá y de más allá, usa masivamente el facebook – una red diseñada para que publiques cualquier cosa, positiva o negativa, cualquier comentario, por insulso que sea, como “Aki nomás, sufriendo”, mientras presentan una imagen con alimentos apetitosos. O como aquel que anuncia: “Rumbo a casita”.

Hay diálogos que carecen de destino y de sentido común, pero debo admitir que es una forma más noble de perder el tiempo que jugando solitario.

Otra opción muy socorrida es la de bajar música o videos. Mi segunda duda es si el procedimiento es legal, ya que tengo la vaga idea de que existe una cosa llamada “derechos de autor”, pero no pienso gastar ni su tiempo ni el mío haciendo una investigación policial.

Otra alternativa para perder el tiempo en línea se llama “YouTube”, donde gente como usted y como yo puede descargar videos “ad nauseaum”.

He visto muchos. Recuerdo por ejemplo el de aquel chavalo regiomontano y gordo que atraviesa un vado haciendo malabares sobre un tronco, o como el señor del “Fuá”, o el del la “Canaca”.

Cuando pregunto si mucha gente ha visto esos videos quedo estupefacto: 13 millones 457 mil, y contando, son las personas que han descargado el video. Francamente y por expresarlo castizamente, ¡un chingo!, o casi toda la población del Distrito Federal.

Dios me libre de sonar como un anciano que no entiende las formas juveniles  – efectivamente, no las entiendo -, creo que cada época tiene sus “ires y venires”, por lo que estaré atento al día en que salga en estado de ebriedad y zampándome unos camarones, o empujando mi destartalada explorer que a veces se niega a caminar… gracias a los buenos oficios del facebook o del YouTube.