Una vida discreta, una nutrida despedida.
AHUACATLÁN.
Decenas de personas se congregaron para dar el último adiós a José de Jesús Jara Pérez, quien falleció en la víspera a causa de una inesperada complicación orgánica.
Su velorio, misa y sepelio estuvieron marcados por el respeto y la profunda admiración que supo cosechar, aun siendo un hombre de silencios y reserva.
De tez morena, bigote espeso y expresión adusta, el señor Jara no fue un hombre que buscara el bullicio del mundo. Por el contrario, siempre se distinguió por su naturaleza retraída, su seriedad firmey una nobleza de carácter que jamás pasó desapercibida para quienes lo conocieron de cerca.
Nunca contrajo matrimonio, pero su vida fue un testimonio constante de rectitud, mesura y dignidad.
Perteneciente a una familia respetada y numerosa, José de Jesús fue miembro del clan conformado por José Antonio, Mercedes, Guadalupe y María del Refugio, con quienes compartió un lazo de afecto discreto pero inquebrantable.

Su vida, aunque alejada del protagonismo, dejó una huella sutil y profunda en su comunidad.
El pasado domingo, su cuerpo fue sepultado tras una emotiva misa celebrada en el templo de San Francisco de Asís, donde familiares, amigos y vecinos se unieron en oración para honrar su memoria.
Descanse en paz un hombre que, sin hacer ruido, supo vivir con decencia, y marcharse con honra.
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