La «C» es más que una letra, es un eslabón que une significados y sentimientos; aunque en la infancia preferí verla como una pulsera que podía acomodar mi mundo.
C
Cabello: Hebra del arco iris.
Cacahuate: Reloj de tierra.
Cactus: Soldado de la naturaleza.
Café: Oro negro con el que se esculpen los pensamientos.
Calamar: Hoja barbada que seduce en el océano.
Calle: Recital en pentagrama.
Cama: Copiadora de mundos.
Campana: Llamada de la eternidad.
Caracol: Pequeña galaxia pausada.
Casa: Estación de alas.
Cascada: Salto de una nube.
Cebolla: Compuerta hidráulica de conexión inalámbrica.
Cebra: Ilusión óptica.
Cepillo: Brotes que velan por la paz.
Cerebro: Intestino chispeante.
Cereza: Pezón silvestre irritado.
Chile: Pestaña caída.
Cielo: Aparador de emociones.
Cinturón: Sonrisa desdentada.
Coco: Mundo acuático poblado por colonias de paja.
Col: Ojo vestido de fiesta.
Colibrí: Prisma sagrado que refleja felicidad.
Colmena: Flor deshojada.
Conejo: Pelusa saltarina del bosque.
Coral: Guirnalda de frituras.
Corazón: Botón de rosal de fuego/ mejilla sonrosada/raíz volcánica.
Cráneo: Patrón de costura básico/ cordillera huesuda.
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