Personaje de la ciudad:
Pedro Luna Jiménez
Docente investigador.
Agosto es un mes de recuerdos para el investigador y docente de la Universidad Autónoma de Nayarit (UAN) no solo por un aniversario más de la que se ha convertido en su primera casa, también porque ésta fue el impulso principal para que sus padres decidieran emigrar a la capital.
Pedro Luna Jiménez nació en 1955, en Mesa de Quelita, una localidad del municipio de La Yesca, Nayarit, ya desaparecida. Estudió la Licenciatura en Economía en la UAN y después tuvo la oportunidad de cursar la maestría en Antropología Social en El Colegio de Michoacán, donde convivió con Jean Meyer y Luis González y González.
Dos años después de concluir su posgrado, comenzó a impartir Historia Económica de Nayarit en la Unidad Académica de Economía de la UAN, asignatura que “por distintas razones no se daba, pero no se quitaba del plan de estudios, de tal forma que la calificación que te ponían en tu boleta era un promedio que tenías” del resto de las asignaturas de historia económica. Con el tiempo, la clase también se ha impartido fuera del campus en forma de diplomado.
El autor de Nayarit: tres recorridos gastronómicos y algunos secretos del fogón, y coautor de Tejidos del pasado, coras y huicholes; título que se encuentra en la biblioteca del Congreso de Washington, es integrante de la Academia Nayarita de Gastronomía, A. C., que en 2019 logró que la cocina tradicional del estado se convirtiera en Patrimonio Cultural Intangible.
El interés por la gastronomía lo encontró en sus orígenes familiares. Su madre “se crio en la parte más incomunicada de la Sierra Madre Occidental junto con otras dos o tres familias. En alguna ocasión, un maestro llegó al lugar y le dijo que era importante continuara estudiando y que se viniera a la normal rural de Xalisco”, pero no lo hizo.
Su padre era comerciante ambulante. En las festividades religiosas de los pueblos ponía un tendido con ropa y mercería, “yo muchas veces lo acompañé, era un gran conversador, tenía una memoria tremenda y una habilidad muy buena para sacar parentescos, que heredó de mi abuelita Jesús. Ahora éste es un trabajo que hago y disfruto mucho”.
Sus padres habían buscado mejores condiciones de vida en Mexicali (Baja California), Santa María del Oro (Nayarit), y un día, ya instalados en San Juan de Abajo (Bahía de Banderas, Nayarit), escuchó a su papá decir: “fíjense que nos vamos a ir a Tepic para que ustedes estudien”. La decisión la tomó después de asistir a una reunión nocturna en una escuela primaria donde le avisaron sobre un proyecto educativo enorme que conllevaba la construcción de la Ciudad de la Cultura “Amado Nervo”, información que corroboró en un viaje a la capital para surtir mercancía, ahí se dio cuenta que los cañaverales eran reemplazados por edificios que a la postre serían la Preparatoria 1.
No pasó mucho tiempo para que su padre rentara una troca y se trasladaran hacia una de las primeras casas ubicadas cerca de la universidad. “Llegamos a Tepic en la noche y acababa un aguacero, el viento había arrastrado la techumbre de la improvisada casa”.
Ingresó a la Preparatoria 1 usando boina para cubrir su cabeza rapada, pues había acudido al peluquero para evitar la novatada, “los alumnos de segundo y tercero cortaban el cabello a los de primero con unas tijerotas casi casi de podar”. En ese entonces, el ambiente era “un poco adverso, se hablaba mucho de grupos de jóvenes drogadictos”, “de porros”, pero “sí estaba agusto”, “también nos tocó para ese entonces una época donde daban clase varios sacerdotes”. Al concluir la preparatoria “cuando menos acordé estaba en un seminario” en la Ciudad de México, en el Instituto Religioso de Misioneros del Espíritu Santo. “En esa experiencia afiancé un hábito de estudio más intenso”. Después de un poco más de dos años regresó a Tepic.
Durante su formación académica trabajó en panadería, carpintería, vidriería y en las granjas del capitán Orozco. Actualmente realiza un inventario del patrimonio cultural de la UAN, su libro sobre la historia de las preparatorias está por publicarse y colabora en el proyecto. Y de platillo principal: la historia, “por medio del cual se busca llevar conocimientos a la sociedad en general de la historia gastronómica nayarita”.
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