Entre bocadillos y bebidas refrescantes, mis entrañables compañeras de universidad pasaron una tarde maravillosa al rememorar hechos pretéritos. Su época de estudiantes, anécdotas de aquellos años, su formación como profesionales del Turismo. En fin.
En verdad, ¡Cuánto me pesó no haber asistido! Quise; no pude. Pero justo cuando departían el pan y la mesa decidí comunicarme con ellas utilizando la vía telefónica.
Casi al unísono escuché las voces de Chelita López, de La Chutis y de Velia Rangel, de Natalia Romero y de Elvia de la Rosa, de Gris y de Ana Luisa Tejeda, de Domy y de Luz Hernández, entre otras.
Por medio del facebook avisté una fotografía con la imagen de mis ex compañeras. En realidad no han cambiado mucho. Parece ser que los años no les han hecho tanta mella.
Creo que tampoco pudieron asistir algunos de mis compañeros varones. Pensé que acudiría el inquietísimo de Iván o el circunspecto del güero Alberto Ortiz. Quien sabe por qué no pudo estar presente ni Saúl Robles ni Hugo, Francisco Rivas y Lupe Esquivel, ni Gaitán ni Adán; tampoco Marcos Hernández – el famoso Chocolate -.
También faltaron Juanita Huízar y Marisela Navarro, Martha Paredes y Martha Hernández, Victoria Hernández y Vicky, Tere y Malena, Silvia y Margarita.
Hace ya 33 años que egresamos de la universidad y aún tengo presente aquel momento en que el licenciado Javier Germán Rodríguez Jiménez, en su calidad de Rector de la Universidad Autónoma de Nayarit, nos entregó a cada uno de nosotros el documento que amparaba la consumación como Pasantes de la Carrera de Licenciados en Turismo.
Recorro las cortinas del tiempo y me transporto hacia el Verano de 1976. Nerviosos la mayoría; otros no tanto. Así iniciamos con aquel Curso Propedéutico al que obligatoriamente deberíamos de asistir quienes pretendíamos cursar la licenciatura en Turismo.
Fue en ese entonces cuando conocí por primera vez a mis compañeros de generación… La mayoría logramos llegar a la meta; otros se quedaron en el camino; y entre estos últimos recuerdo al famoso “Pupil” – un hombre muy inteligente por cierto -, así como a un muchacho de finos modales al que identificábamos como “Chiquete”, por citar solo a dos.
Por aquellas fechas la Dirección de la Escuela se encontraba a cargo del licenciado Jacinto Palacios, un hombre recto, apuesto, casado con una hermosa mujer – dicho con todo respeto – que también había egresado de esta misma escuela.
A principios de septiembre del año 76 iniciamos con esta travesía, una travesía que concluyó cinco años después, en Agosto de 1981 para ser un poco más precisos.
Cinco años conviviendo juntos. Era un grupo muy unido, sólido, donde evidentemente predominaban las mujeres.
Ya pasaron 33 años, pero en mi mente siguen vivas las imágenes de mis entrañables compañeros, incluyendo a la extinta Micaela, ¡Qué Dios la tenga en el cielo!… Me pesó mucho no haber asistido a esta celebración; pero si el Señor nos da licencia lo haré el próximo año, ¡Claro que sí!
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