Región Sur; agosto 22.- (Omar G. Nieves).- ¿Quién dijo que el estrés es cosa de adultos? Desde hace años se sabe que este mal aqueja también a niños y a jóvenes, a quienes les es más difícil resolver el problema; de hecho, muchos se acostumbran a vivir en permanente tensión escolar y cuando llegan a adultos esta situación se vuelve insoportable, llegando a tener consecuencias adversas para la salud.
En nuestro país el estrés infantil aún no es considerado un problema de salud pública, pero en países como Japón y China, donde los alumnos son sometidos a una carga mental considerable en sus escuelas, esta situación es una de las principales causas de suicidios juveniles.
Y es que cada vez los estudiantes se sienten más presionados por sus obligaciones escolares, pues prefiriendo el ocio de la televisión, el internet y los videojuegos, entran en un conflicto emocional que los frustra desde temprana edad.
Los síntomas del estrés infantil pueden tener variables dependiendo del entorno familiar y la atención que el menor reciba de sus padres. Algunos se vuelven agresivos y otros sumamente callados; llegando a estados bipolares, neuróticos y autistas.
Por el contrario, un buen indicio de que todo anda bien, es cuando el adolescente realiza sus tareas escolares con empeño, manifiesta su afición hacia alguna materia o su afecto hacia algún profesor, y cuando se ofrece para ayudar en las labores domésticas.
En todo caso, lo mejor es mantener una buena comunicación con los hijos. Desarrollar actividades en conjunto por lo menos dos veces a la semana y contarles las buenas experiencias que como niños alguna vez tuvimos en la escuela.
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