Cantidad no quiere decir calidad. Mayoría no quiere decir suficiencia. Suele ocurrir, como en la Alemania Nazi, que a veces los muchos no son los idóneos. Pero dejemos que las cifras hablen; aunque algunas sean ignoradas, y otras, las más estridentes, sean las que parezcan vencer.Tal es el caso de la nota sobre el vendedor de cocos en Ixtlán del Río que se publicó en El Regional en la noche de ayer, y la cual, tuvo más de un centenar y medio de reacciones. La mayoría, positivas (112), y la minoría (30) negativas. Sin considerar otras que se vierten a través de las opciones que ofrece Facebook con su emblemático ‘pulgar arriba’.
Es una afortunada casualidad que antes de todo este impasse cambiáramos la portada de nuestra página en nuestras redes sociales por la de una anciana sentada en una banqueta de esta ciudad vendiendo sus verduras con una canasta a su costado. Un ejemplo más de los 30 millones de mexicanos que viven de la informalidad y que a diario salen a las calles para ganarse el pan de cada día.
Sin embargo, el caso del vendedor de cocos no concierne a esa problema social (aunque muchos lo vean como ‘normal’ o producto de nuestra cultura, invocando para ello los ancestrales tianguis precolombinos), sino que atañe a una cuestión jurídica que raya en la ilegalidad; tanto por tratarse de ocupar un espacio público prohibido, como por desatender los diversos llamados que las autoridades municipales le han hecho desde el mes de octubre para prevenir los peligros que conlleva el estar allí, al pie de la plaza, en la esquina principal, y, como ya lo documentamos en una nota publicada en abril de 2015, el obstruir una rampa para los discapacitados.
Sí, la mayoría se pronuncia vehementemente y con justicia por el diálogo. Pero, ¿cómo dialogar con alguien que desde casi 4 meses se empeña en no reubicarse; y más aún, que reta y confronta al propio Cabildo a sabiendas que la política al seno del Ayuntamiento es un asunto de chantajes? Pues una cosa es que la máxima autoridad sea justamente el cuerpo colegiado de ediles, y otra que el regidor se sienta con la potestad de boicotear el buen funcionamiento de la administración pública. Pues lejos de servir de contrapeso a los excesos del presidente, lo que hacen es hacer que la función pública caiga en la ingobernabilidad. Y a eso es a lo que está condenado Ixtlán del Río para los próximos 4 años de seguir las cosas como van.
Es oportuno, con todo y que el “coquero” y sus adeptos sean renuentes a reubicarse, precisar que lo que ocurrió en la tarde de este martes es un acto de molestia a un particular que pudo derivar en una denuncia penal, como bien lo dejó registrado nuestro compañero de letras Rigoberto Guzmán Arce. Pues nadie puede llegar sin un escrito a recoger un vehículo, ni a levantar la mercancía, por mucho que se infrinja la norma. En eso México está a la zaga del sistema jurídico estadounidense, pues aquí las autoridades están maniatadas por los diputados dados a ergotizar sobre cualquier acto humano, haciendo de nuestras leyes un galimatías, del que evidentemente los leguleyos se valen para hacer de las suyas.
Y ya entrados en los asuntos de los derechos humanos y sus garantías, es conveniente recordar la gran dicotomía entre lo público y privado del derecho. Pues no es lo mismo defender la prerrogativa que tiene un individuo de tener un empleo (lo cual nadie se lo niega), a comparar ese derecho con el ‘servicio’ público y social que ofrece, por ejemplo, un taxista o el gremio en general.
Sabemos que El Charranas no se enfrenta a una situación menor al pretender imponer orden en una ciudad cada vez más caótica. El jefe de gobierno de la Ciudad de México y el presidente municipal de Guadalajara han tenido que pagar el costo político de organizar al comercio informal. En Ahuacatlán y en Jala ha habido alcaldes que no han podido hacerlo, debido a este mismo temor de caer en la impopularidad; pues como se dijo al principio, enfrentarse a una turbamulta sinrazón, solo se puede lograr con una gran convocatoria popular dónde no estorben los regidores, que solo buscan el protagonismo político más que ayudar al pueblo.
Esa misma consulta popular es la misma que podría ser la tabla de salvación contra los abusos de los burócratas del SUTSEM, y, además, contra las presiones que a veces sufren los gobiernos por parte de los medios de comunicación.
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