IXTLÁN DEL RÍO
Las calles de Ixtlán reflejan la tirante situación de las familias. Debido a esta pandemia y a la falta de un ingreso económico suficiente y persistente para el sustento diario, la gente que antes nunca pensó en dedicarse al comercio ambulante, ahora no tiene otro remedio.
Basta con voltear a cualquier parte y descubrir un puesto de fritangas o un vendedor de lonches. Ahora es común ver a lo largo de la avenida Hidalgo, o en la Plaza de Armas, alrededor del Mercado o en el Portal Redondo, cartelones fluorescentes que anuncian: “Rico menudo todos los domingos” o “Gorditas a tres por 12 pesos”. Estratégicamente también anuncian la calle y el número de la vivienda.
La gente desea obtener una ganancia por mínima que ésta sea. Mireya Pérez, quien tiene su domicilio en la calle Moctezuma del Barrio de Los Indios, platica que antes vendía tacos y gorditas cocidas en aceite afuera de la casa de una amiga.
Como la vivienda queda en esquina, es mucha la gente que pasa por ahí y era mucha su clientela. Así duró varios años hasta que la situación de su conocida vino de mal en peor, pues a su esposo lo liquidaron en la empresa donde laboraba, “ahora ella hace lo mismo, pues necesita dinero para mantener a sus cuatro hijos”.
Fue así que Mireya decidió establecer el negocio en su casa, pero ahora no sólo expende gorditas y tacos, sino también añadió dulces, frituras y refrescos. “Mi esposo como velador no gana mucho, así que no hay más que entrarle al trabajo”.
Ahora a nadie le provoca vergüenza vender algo. Gente que nunca pensó llegar hacerlo, lo está practicando por necesidad.
Matilde Rodríguez afirma que antes sentía mucha pena, ahora hasta artículos de segunda ofrece en el zaguán de su casa. Ropa, calzado y accesorios diversos son los que coloca para su venta. Ella misma encarga las “pacas” que provienen del norte del país o de Estados Unidos.
Su esposo es ayudante de albañil y gana muy poco. Todo se les va en el pago de la renta -para ella irónico, pues no tienen casa propia cuando su marido la podría construir-, luz, escuela y ropa para sus tres hijos.
Ella está pensando vender menudo los domingos, pero no lo ha hecho porque le estaría haciendo la competencia a una vecina, “pero creo que finalmente lo haré, pues todos tenemos derecho de hacer la lucha; ni modo”.
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