Hace 27 años que don Chuy comenzó a cargar botes con cemento. Desde entonces, su vida transcurre entre arena, varillas y andamios. Dice que el trabajo de albañil es pesado porque apenas descansa unas horas, cuando ya tiene que levantarse para volver a la obra.
Hoy es Día de la Santa Cruz, también conocido como el Día de los Albañiles; pero don Jesús Martínez aún no sabe si su patrón les llevará comida y cerveza al lugar donde construye su casa, en Ixtlán.
El señor Martínez tiene 42 años; desde los 15 años se dedica a la construcción, es maestro albañil y lo de maestro se lo ganó porque ha tenido que enseñar a varios cómo moverse en este oficio.
El trabajo de la construcción es bastante democrático en eso de los ascensos, no se sube de peón a albañil, ni de albañil a maestro albañil hasta que no se está listo para ello, se demuestra con el trabajo, en la experiencia que se haya obtenido, no hay plazas que comprar, ni jefes que corromper para lograr estos ascensos.
Él empezó – comenta – como inician todos, como peón, cargando latas, haciendo mezcla, haciendo el trabajo sucio, de ahí a albañil y después a maestro albañil.
Todo tiene su gracia – dice – sus mañas también, el cómo hacer la mezcla, cargar las latas de concreto, tratar con los demás trabajadores de la obra, hasta agarrar la pala tiene su chiste.
El “maistro Jesús” no deja de moverse en la obra, revisa que hacen los otros albañiles, ayuda a hacer la mezcla, atiende a los arquitectos que han llegado a revisar el trabajo. Anda en todo, en la construcción no se mueve un clavo sin que él se dé cuenta.
“A mí me gusta que quede bien mí trabajo, no me gusta que cuando vengan los arquitectos me digan que hay que tirar algo, por eso trato de darme cuenta antes para que yo mismo lo corrija” cuenta este hombre que durante toda su vida el único oficio que ha tenido es el de la construcción.
Este 03 de mayo – explica –, trabajarán mediodía y después celebrarán su día, eso sí sin trago. Y es que Chuy ya se curó de ese mal. Tiene 10 años de no ingerir alcohol y pide lo mismo al resto de los trabajadores de la obra.
“A mí me da mucho lástima cuando veo que alguno de los albañiles gasta todo en un rato en trago lo que tanto nos cuesta ganar en la semana. Yo fui alcohólico y eso me costó casi la vida” señala mientras se levanta la camiseta y enseña su abdomen llenó de cicatrices. Le hicieron siete operaciones. Y es que en una de sus parrandas alguien le pegó unos “puñetes” que le dañaron varios de sus órganos.
Regresó a la vida y se prometió no volver a tomar alcohol y lo ha cumplido. “Hay que aprender de los errores” comenta este hombre que no terminó ni la primaria, pero que entiende muy bien las lecciones de la vida.
Don Jesús Martínez admite que no es muy ágil, “pero eso sí, ¡Muy bien hecho!, afirma, mientras pide a su ayudante un trago de agua para el calor.
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