Salvador García trabajaba de cargador y su oficio consistía en descargar los camiones y almacenar la mercancía en grandes bodegas. Con eso tenía para el sustento de su familia.
Esa mañana, el buen “Chava” comenzó temprano su trabajo; pero era un cargamento descomunal. Se trataba de cajas llenas de monedas. Lamentablemente, por un mal movimiento, se le vino encima una de esas cajas.
El hombre maniobró para esquivarla, pero no con suficiente rapidez para librarlo del golpe. Por lo pequeño y flaco que era, Salvador no soportó el peso de tantas monedas encima. Algo así como 410 kilos.
El que a un hombre lo aplaste el peso del dinero no es nada fuera de lo común. Al contrario, es algo que sucede todos los días. Lo extraordinario del caso es que lo que aplastó al hombre fue el peso físico del dinero y no el peso mental.
¿Por qué será que hay tanta gente que muere bajo el peso de la obsesión con el dinero?… Como dijera un gran escritor español: “¿Qué no hacen los hombres por el dinero?, ¡De todo!; aún vender su alma mortal, ¡Dinero!, ¡Dinero!
Estos afanes insensatos y dañinos hunden a la gente en la ruina y en la destrucción. Porque el amor y el dinero es la raíz de toda clase de males. Por codiciarlo, algunos se han desviado de la fe y se han causado muchísimos sinsabores.
¿Qué es el amor al dinero? Es la pasión obsesionante y enfermiza de querer más y más, de nunca tener lo suficiente. A algunos la obsesión los hace ahorrar sin saber ni para qué. A otros la obsesión los hace gastar y gastar, y de lo que obtienen nunca hay fin.
El dinero que en forma desmedida obtenemos, y todo lo que conseguimos que vaya más allá de nuestras necesidades, nunca bastarán para satisfacer nuestra avaricia. Si solo anhelamos lo material, viviremos ansiosos toda la vida.
Roger Bacon, monje inglés de la Edad Media, pronunció alguna vez unas palabras que son oro: “El dinero es como el estiércol. Amontonado, apesta; pero desparramado por el mundo, fertiliza”, ¿Verdad que sí?
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