“¡Es que usted es muy sensible!, ¡Por cualquier cosa llora!”, me dijo alguna vez uno de mis hijos. Le di la razón. Efectivamente, lloro por esto y por aquello, por lo otro y por lo demás.
Pero últimamente creo que he llorado de más. En la soledad lloro aún por la ausencia de mi madre. Lloro por ver los sufrimientos de la familia; lloro cuando veo a un niño desvalido; lloro cuando veo una escena de un enfermo con Síndrome Down; lloro cuando no baila un solo peso en mis bolsillos – es decir, casi a diario -; lloro cuando veo las injusticias; lloro de impotencia cuando los ayuntamientos no quieren pagar convenios; lloro porque no valoran mis esfuerzos como empleado salarial… ¡Por todo lloro! ¡Y claro que también lloro a veces de felicidad!
Y a veces me pregunto: ¿Por qué las lágrimas no tienen color?… Si las lágrimas fueran rojas como sangre, mis vestimentas podrían mancharse; pero si fueran amarillas, el color de la alegría jamás podría expresar tristeza.
Si fueran azul, el color de la serenidad, ya no lloraría jamás, sería mi tranquilidad. Si fueran blancas como pétalos de flor no serían lágrimas, sino perlas preciosas. Si fueran negras, sólo expresaría horror.
¿Por qué será que las lágrimas no tienen color? Pienso yo que las lágrimas no tiene color, porque no siempre expresa dolor; y si ella fuese rosa, ¿Podría expresar alegría?
Las lágrimas no tienen color porque son expresiones del alma. Cuando el espíritu está llorando el corazón dice: ¡Ten calma!
Si la lágrima tuviese color, debería tener el color del amor o el mismo color de la pasión que a veces invade el corazón; o tal vez el color de la tristeza que abarca el alma y quita la calma. Si la lágrima tuviese color podría ser roja como la sangre.
La lágrima no tiene color, porque nos aproxima a nuestro Creador. Si la lágrima tuviese color yo sólo lloraría de alegría. Pero, la lágrima de nostalgia
¿De qué color sería?
Y la lágrima de decepción, ¿De qué color sería entonces? Si la lágrima tuviese color debería tener el color de un brillante. Pero como la lágrima es preciosa,
Dios le dio el color de un diamante.
Amigos, enjuguen sus lágrimas, Y si alguien un día te dice que no eres nada importante, no te ates, entiende que algo importante ya está hecho: Tu ser humano que está pasando por una experiencia espiritual. Tu ser espiritual está viviendo una experiencia humana.
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