Por ti incognoscible utopía, en ti inefable hipocresía, a ti inconmensurable idolatría, yo como súbdito de la vida, con mi impertérrita lozanía, en los causes donde existían, la yuxtaposición de candiles de luces finas, ecos del pretérito y recuerdos de lo eterno. En ti inmaculada hemoglobina, soy el proxeneta de tus sueños, infantilismo que florece en homicidio. Soy pluripartidista, políglota y polimata. En ti crepúsculo copioso. Por ti diplomacia intransigente. Te encontré in fraganti en tu presente, en el onanismo de quién duerme, lascivo y furtivo, en la epítome de la vorágine. Por la eclosión surrealista, soy el magnicida de tus dioses. En esta inmarcesible palestra, soy centinela vestido de invidente.
Sin sentir ni sentido. Sin métrica ni estilo, sin ritmo en el abismo. Me hundo en el vacío. Disfrazado de coherencia, de persuasión y letras bellas. Sin técnica y sin esencia. Sin llegar a ser. Usurpando la escritura auténtica, de quien muere por esa técnica y por esa esencia. Monserga o perorata que juega con las falacias. incipiente diatriba que termina destrozando la poesía, amor sin vida, vida sin amor. Me visto con versos letrados. Con metáforas y realismo, Con retórica y hedonismo, con mi clásico cinismo, Paradojas lógicas, parábolas paralelas. Sin ser poeta ni poema. Caminando sin caminar. Redundancia patética. Disléxico y analfabeta, finita ortografía, petulante gramática, pregonando los pleonasmos, pobre drama, pobre poesía. Por ser lo que no se es. Por hacer y deshacer. Por querer y no poder. Me compré ese vestido en el hospicio de lo prohibido. Cuán grande fue el delito, al quebrantar el aforismo. Invisible para mis ojos pero visible para mi consciencia. Me robe la poesía de un poeta. Y quise hacer con ella mil poemas. Ni vestido soy poesía. Por más que me ajusto el traje, mi cuerpo no siente más que un remolino de tristeza, alegría, risa y pena. Es que el vestido no me queda. Es así. Así es y ya no puedo con tanto peso aquí en mis venas. No puedo más. Por querer ser un poeta. Por robar lo que no se puede robar. Me muero. Es quizás mi agonía. Es quizás mi alma confusa anunciando su salida. Es quizás el patriarca quien reclama. Me muero. El poeta quiere mi poesía, menester con ciencia acongojada, nimiedad de mis ideas empobrecidas, el poeta quiere su poesía, pero yo la traigo puesta, y aún así la desnudes me condena. Sin pensar entendí lo que pensando ignoraba. Cada araña teje su propia telaraña. Y en los senderos de la vida, cada poeta teje su propia poesía. Existen poemas sin poesía, es este un insípido motor de la pluralidad artística. Es un traje con diamantes incrustados. Es un andrajo con hilos enredados. Hoy me visto de poesía por el insaciable sentido de la vida, hoy me visto de poesía por fervor, patriotismo y alevosía. Por ti filosofía, por ti déspota musa mía. Por el arte. Por el mal arte. Por la osadía de los que se jactan, de tener reliquias de oro y plata, en sus escritos de bronce y hojalata. Mereces respeto. Si todos pueden, todos deben, hacerlo con respeto y propiedad, y no andar por ahí robando vilmente, un vestido caro y fino. Y te entrego mi querido amigo. Tu vestido limpio con cariño . Pero yo a ti si te pido. Que perdones el litigio. Y valores tu vestido. Para que ya nadie robe, compre o venda, por dos o mil poemas, un pedazo vital de nuestras vidas, un intrínseco vestido de poesía.
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