Francisco Javier Nieves Aguilar
Con 68 años, problemas auditivos y de la vista, Ramiro Corona “N”, recorre las calles y restaurantes de Ixtlán para conseguir unos pesos que le ayuden a alimentar a su esposa. Con su acordeón, entretiene a los comensales que frecuentan el Mercado o algunos negocios de la zona centro y otras calles de la ciudad.
Hace 10 años dejó el campo. Su edad no permitía más a su cuerpo seguir en los trabajos pesados. Su conciencia le pidió que dejara su oficio de campesino. Todo su antepasado lo sustituyó con un acordeón. Un “camarada” lo ayudó a que tocara este instrumento.
Originario de “un rancho” cercano a Jerez, Zacatecas, Don Ramiro encontró en Ixtlán, Ahuacatlán y otros puntos del sur del estado, un excelente punto para hacerse llegar un buen puñado de pesos.
Recuerda con nostalgia sus inicios en la música, pero una duda interrumpe ese instante. Su preocupación es que alguna persona lo apoye para adquirir un instrumento en óptimas condiciones.
“Para seguir trabajando necesito un acordeón nuevo, éste ya se escucha todo mal. ¿Usted cree que alguien me pueda ayudar? Le doy el teléfono donde los comunican conmigo y mi dirección para que me ayuden a comprarlo aunque sea usado”.
Tiene algunos meses con esta inquietud. Sus movimientos lerdos y sus esfuerzos por escuchar a la primera vez lo hacen detenerse un momento. Sus recuerdos regresan a la mente. En su memoria está aquella vez en que adquirió en tan sólo dos mil pesos el acordeón que ahora usa.
Congratulado y hasta orgulloso, Ramiro lo cuenta casi con lujo de detalle, pero al hacerlo, la tristeza invade sus narraciones. El valor actual de un instrumento es de diez mil pesos, una cantidad inalcanzable para él que gana entre 80 y 100 pesos diarios.
“Con ese dinero comemos mi esposa y yo. Ella no trabaja más que en la casa que nos dejó un tío. Yo vengo a Ixtlán por temporadas; voy al mercado, aquí a la vueltecita donde está una frutería, al portal de por allá…”
Desde un bolero hasta una canción norteña; desde un danzón hasta un guapango, lo que importa es divertir a la gente y obtener unos pesos. “Además me decidí a esto porque yo no soy ejidatario, soy campesino y soy libre de hacer lo que quiera”.
“Yo no tengo pensión ni nada, he tratado algunas veces de obtener unas despensas o ayuda pero nunca nos han llegado; nos apuntamos y todo pero nada. Ese dinero que gano nos alcanza muy apenas para vivir a mi esposa Alicia y a mí?.
Desde hace diez años Ramiro toca el acordeón para conseguir el sustento que tanta falta hace, pero el único medio que tiene para ganar dinero, podría truncarse si un día, su viejo “amigo”, el acordeón, deja de funcionar.
Discussion about this post