IXTLÁN DEL RÍO. – Cabizbajos sus hijos, Jesús Francisco, Jahasiel, Laura Lisette y Omar; su esposa Laura Leticia Lerma Sánchez, en el velatorio de funerales López y rodeado del calor humano de sus familiares y amigos.
El profesor jubilado Francisco Ballesteros Reynoso, conocido cariñosamente como Chico “El Pollo”, falleció en la tarde de ayer en la ciudad de Tepic por complicaciones de una operación en el intestino.
Lamentable noticia y por desgracia nos convoca al asistir en el acto sufridor del pésame. Se encuentran sus hermanas consternadas y con ojos llorosos; los compañeros del futbol de equipos como El Arietes, Polillas y Veteranos. Están sentados bajo el toldo de la calle Mercado.
El maestro Pablo Torres, “el Negüi” Mojarro, el profesor Manuel Villanueva, Felipe Parra. Amigos como Calixto Marmolejo, Hugo Hernández “El Cuchillo”, Arturo y Carlitos Martínez lo acompañan en el último adiós. Coronas de flores y listones blancos con las distinciones de negro. Luto en Ixtlán, en el Barrio de los Indios.
El profesor Francisco egresó de la Normal Superior de Nayarit como licenciado en pedagogía, en ciencias sociales y educación física. Me cuenta Omar que una de sus pasiones era ser docente y recorrió escuelas tanto en Ixtlán como la secundaria Amado Nervo y en Ahuacatlán, subiendo peldaños hasta ser nombrado supervisor escolar de la zona 16.
Fue jefe de enseñanza al lado de los colegas Ignacio Villanueva y Rubén Hernández. Tenía seis años de haberse jubilado. Fue en su juventud dos veces esforzado secretario del Ayuntamiento municipal en los trienios de los profesores Guadalupe Sánchez y Jaime Héctor Javier Sánchez Espinosa, en aquellas épocas poderosas del sindicato de maestros a finales de los 70’s y principios de los años 80.
Futbolista incansable, como medio de contención, que dejó sus arreos de juego en las canchas añoradas de polvo, de porterías de madera y balones de cuero. Me tocó enfrentarlo con el equipo de mis amores, la Prepa y Vaqueros, cuando había aficionados de verdad que rodeaban al campo, con gritos, porras y maltratadas de madre para los árbitros.
Vecino de la calle Moctezuma y nuevo lector de la gaceta informativa del COP, y nos unía la amistad iniciada por mi padre cuando lo escogió para que fuera padrino de primera comunión de mi hermano Antonio. Se confundía pensando que yo era su ahijado.
Experto en los vericuetos de la luz y el carbón en aquel pequeño cuarto que estaba hasta arriba del balcón en el cine Ixtlán nostálgico de nuestra infancia y juventud. Enseñó a nuestro amigo Salvador alias “Cacarito” la magia que llegaba a la pantalla gigante en las tardes y noches de ensueño.
Le gustaba ser aficionado del América, ver noticias y de conversar con su amigo Ramón Monteón en una de las mesas con paraguas de Campomar, la botella de a litro de brandy Presidente, todos los sábados de tranquilidad para compartir recuerdos, vicisitudes y de saber cómo iba el mundo. Con afecto mi saludo al verlo, identificar su figura.
Se va un Grande, un hombre que se comprometió con su tiempo y su destino. Nos deja un vacío porque para mí era una manera de conectarme con mi pasado y que a sus 74 años, se acercaba a tres cuartos de siglo en este 28 de octubre; lo vamos a extrañar.
Me quedo contemplando en silencio que van llegando las coronas, el olor a flores que inunda una atmósfera de dolor. Omar con una profunda imagen que la guardará en su corazón para siempre: “Profe, todavía antier estábamos cantando juntos en su habitación, yo a un lado de su cama”.
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