Una experiencia inolvidable en las calles de Guadalajara. Primer Curso Internacional de Restudios Superiores de Turismo –CIEST-
FRANCISCO JAVIER NIEVES AGUILAR
Divagando por el centro de Guadalajara, me vi de pronto en la esquina de las calles Juan Álvarez y Liceo.
En ese instante, un torrente de recuerdos me transportó directamente a mayo de 1981, cuando tuve el honor de asistir al Primer Curso Internacional de Estudios Superiores de Turismo (CIEST).
En aquel entonces, estaba a punto de concluir mi carrera como licenciado en turismo en la Universidad Autónoma de Nayarit, y el destino me llevó a este evento formativo que marcaría un antes y un después en mi vida profesional.
Junto con mis compañeras Natalia, Velia y las hermanas Silvia y Chelita, fuimos comisionados para asistir a este curso.
El edificio donde se impartía la formación era tan peculiar como moderno para la época: un inmueble triangular con paredes de cristal que reflejaba la modernidad del sector turístico que comenzaba a consolidarse en México.
Hoy, ese mismo lugar ya no existe, y la transformación de la ciudad ha borrado cualquier vestigio de aquel icónico inmueble.
Aquel curso reunió a profesionales del turismo de diferentes rincones del país y del mundo. Catedráticos de diversas universidades, dueños y trabajadores de algunos de los principales hoteles de Guadalajara, como el Camino Real y el Sheraton, compartieron con nosotros su vasta experiencia.
Recuerdo especialmente la presencia de un profesional africano, quien aportó una perspectiva única sobre el turismo en su continente.
Una de las experiencias que más marcó mi memoria fue la excursión a Chapala, donde realizamos estudios sobre la Laguna y su impacto en la atracción turística.
Aquel viaje no solo nos permitió profundizar en el estudio del turismo, sino también fortalecer los lazos de compañerismo que rápidamente se convirtieron en amistad.
Durante esos días, las bromas y risas se compartían como si fuéramos viejos amigos, y ese espíritu de camaradería es algo que jamás olvidaré.
Ahora, al pasar por esa esquina de Juan Álvarez y Liceo, los recuerdos de aquel mayo de 1981 invaden mi mente. Todo ha cambiado, pero los momentos vividos durante ese curso siguen frescos en mi memoria.
¡Qué tiempos aquellos! Sin duda, el CIEST fue una experiencia que, más que académica, fue un viaje personal que dejó huella en mi vida profesional y en mi corazón.
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