Anteanoche intenté prepararme un cereal; vertí la leche en el plato, pero las hojuelas se remojaron a tal grado que, lejos de crujir al masticarlas, se quedaron pegadas en mi paladar.
Por la mañana quise guisar un huevo, pero tuve que resignarme a comérmelo quemado y con exceso de grasa, además observé algunos trozos de cascarón. Así es que, mis habilidades culinarias definitivamente son bastante limitadas.
¡Ah!, eso sí y sin el afán de presumir, ¡Soy muy bueno para preparar botanas! Sólo que hoy he decidido compartir una receta emanada de mi espíritu creador.
Sé que podría hacerme millonario si la patentara, sin embargo, ganaría más si la doy a conocer y tan siquiera una persona llegara a tomarla en cuenta.
La receta va dirigida específicamente a esos candidatos que quieren gobernar a Nayarit, que quieren ocupar una curul en la Cámara de Diputados, que quieren ser alcaldes, síndico o regidores. No voy a cobrar nada por mi receta. Es gratis. A ellos les digo que:
Para ser un buen gobernante se necesita tener presente en todo momento que el pueblo es quien elige a la persona que trabajará por lograr un desarrollo verdadero. Esto puede ayudarle a un funcionario público a sentir cierto compromiso con aquéllos por quienes fue elegido. Si nuestros gobernantes se despertaran cada día preguntándose qué pueden hacer en las siguientes horas para mejorar la vida de los habitantes de cierta colonia, seguramente estaríamos mucho mejor que ahora.
El buen gobernante, es aquel que piensa en la siguiente generación y no en la siguiente elección.
El buen gobernante, tiene obsesión por resolver y no apego al poder.
El buen gobernante, sabe hacer la prevención y se anticipa a los problemas, y jamás los niega o los diluye.
El buen gobernante, manifiesta entereza y no esquiva los “problemas heredados”, los resuelve.
El buen gobernante, es sensato y realista, nunca promete lo que no sabe si es factible, jamás puede engañarse ni engañar.
El buen gobernante, tiene el conocimiento claro de que antes que repartir hay que crear, que para construir una sociedad más justa, en paralelo hay que promover una sociedad innovadora, productiva más rica.
El buen gobernante, no regala los recursos de los ciudadanos, sino que los transforma en instrumentos de crecimiento, formación y enseñanza a pescar al pueblo.
El buen gobernante, impulsa y fortalece la participación ciudadana en la toma de decisiones.
El buen gobernante, tiene la capacidad y el valor de entender una buena relación con otros líderes, y el talento para despertar en ellos una admiración hacia su persona y no sólo al cargo que representa.
El buen gobernante, entiende que su gran fuerza de trabajo empieza por la de su propio equipo, y siempre sabrá rodearse por personas igual o más preparadas y sabias qué él.
He aquí mi receta para ser un buen gobernante. Espero que le sirva de algo a Agustín y al Campanas, al doctor Víctor y al Carruy, lo mismo que a Gabriel; a Elsa Nayeli y a la maestra Lupita, al Charranas y a Managüito; también a Zaida, Alfredo y a Pablo; a Carlos Carrillo y a Toño Cambero, a la doctora Bibi y a todos los candidatos que aspiran gobernar a un municipio.
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