Charlas con mi papá, Florentino Parra Rosales
Ernesto Parra Flores
En la época en que era muy escaso el trabajo para nosotros los jornaleros, y el que había, como destasolar caña- le llamábamos “la roña”- pagaban muy poco y salíamos con la ropa hecha tiras. Por eso, cuando supimos que nos daban trabajo allá en Estados Unidos, nos alistábamos en la presidencia municipal donde nos vendían una carta, y luego nos mandaban a Hermosillo, Guaymas o Empalme, donde nos daban los contratos.
También teníamos que pagar, pero durábamos varios días casi sin comer, y durmiendo como se podía. No llevábamos casi dinero por dejarle algo a la familia de lo que conseguíamos prestado a rédito. Ya en el otro lado trabajábamos por contratos de 45 días, y si seguía el trabajo, aunque fuera en otros campos, volvíamos a firmar.
Para poder ahorrar un poco, nosotros lavábamos la ropa y nos preparábamos las comidas, pero había veces que llovía mucho y ganábamos muy poco, ni para la comida.
Nuestras familias padecían mucho porque no podíamos mandarles para las deudas. Al contrario, tenían que seguir pidiendo fiado aunque sea fríjol y maíz.
Ganábamos $.85 dólar por hora cortando o limpiando hortaliza. Cuando casi no ganábamos era cuando nos mandaban a piscar algodón al Valle Imperial, donde hacia un calor infernal. Muchos compañeros hasta se desmayaban del sol tan fuerte.
Me tocó ir como unas 6 veces a California y a Texas. A veces ni siquiera alcanzaba a pagar las deudas que crecían por los intereses, pero teníamos la esperanza de pasar esas malas temporadas sin trabajo en Ixtlán. En otras ocasiones nos alcanzaba para pagar y traer algunos trapitos y juguetes para la familia.
Desde que empezábamos a tratar de conseguir las “cartas” hasta irnos a firmar el contrato, era una gastadera, porque ya se usaba eso de dar mordidas a las autoridades o vividores; y de pilón que ahora ya de viejos supimos que el gobierno de Estados Unidos le pagaba impuestos al de México y que tenían que regresárnoslo, pero nuestro gobierno lo desapareció y alguien empezó a luchar hasta lograr que nos regresen aunque sea una parte.
¿Ya ven?; el trabajador siempre lleva la de perder. Otros se llevan las ganancias y sin trabajar.
Ya les platicaré algunas aventuras que sufrimos los braceros ixtlenses en esas idas al “norte”. Ahora los que van, también sufren, aunque de otro modo.
¿Cuándo México tendrá trabajo para todos y dejar de sufrir tantas humillaciones en otros países?
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