AHUACATLÁN
Sucios, malolientes, flácidos, con sus rostros pálidos, como si llevaran varios días sin comer. Cinco personas en total, todos varones; dos de ellos de una edad aproximada a los 15 años, los otros tres seguro no llegan a los 20. Aseguran ser hondureños.
En esas condiciones llegaron al crucero de la carretera Internacional. Descansaron bajo un árbol y luego se plantaron en las vías del tren para pedir ayuda. Con las manos extendidas clamaban apoyo económico, agua o comida.
En la noche anterior se les había visto en la gasolinera de Chapalilla. Con cierta pena solicitaron el apoyo del reportero para comprar “aunque sea unos dos panecillos” y seguir avanzando en su regreso a Centroamérica. Solo un “raite” consiguieron para Ixtlán.
Afirman que de Honduras salieron hace alrededor de cuatro meses con la idea de traspasar la frontera mexicana. En noviembre pasaron por Ixtlán junto con muchos otros compatriotas de San Pedro Osula, del departamento de Cortés.
Refieren que junto con la caravana de migrantes fueron atravesando el pacífico, hasta llegar a Sonora, para luego proseguir hasta Tijuana, no sin antes haber pagado una buena cantidad a unos “coordinadores”.
“Nos engañaron” –dice uno de ellos– ahora no traemos dinero para llegar a Honduras, señala con acento centroamericano. A las nueve de la mañana solo habían desayunado un trozo de plátano en mal estado. Dicen no tenerle miedo a la “ley”, “porque no hemos hecho nada malo”, añaden.
No importa ir de pueblo en pueblo. Su meta es regresar a su país antes de terminar el mes… “pero si sale algún trabajito por ahí, pues nos quedamos. No queremos llegar a nuestras casas con las manos vacías”, señala con tristeza el de la voz. Somnolientos, cansados, parecen entrar poco a poco en la fase de la desesperación.
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