Ahuacatlán, julio 13.- (Redacción).- Anteriormente Se le veía caminar a paso lento, pero seguro. Hoy la vemos desplazarse con mucha dificultad, casi arrastrando su cuerpo. Para recorrer una cuadra tarda casi dos horas. Apoyada en un bordón intenta alcanzar la otra acera; da unos cuantos pasos, luego se detiene; se sienta, toma aire, mientras trata de esquivar la mirada de los curiosos.
Es el caso de “Lolita” Ramírez, quien radica en una humilde vivienda del “Callejón Checo”, cerca del Monumento a la Bandera, en la cabecera municipal de Ahuacatlán.
Su estado de salud es cada vez más peor. Su cuerpo ha adelgazado visiblemente. Lo más grave, sin embargo, es su pierna, la cual cubre con una bolsa nylon. Ese mal que la agobia le ha ido “carcomiendo” poco a poco esa parte de su cuerpo. Al parecer ya no tiene dedos ni pie; y dentro de breve tiempo la enfermedad cercenará su pierna seguramente.
Es frecuente verla en el horario de las ocho a las nueve de la noche sentada en los locales que se ubican por la avenida 20 de Noviembre, entre Guerrero y Juárez. En verdad es muy lastimoso su caso; basta observarla cuando intenta alcanzar su casa, en medio de la lluvia y el lodazal… Y ahora con la obra de reencarpetamiento de la calle Guerrero debe resultarle peor.
Lolita es el vivo ejemplo de los indigentes. Solo vive de lo que le da la gente… un plátano, una tortilla, un mango o una manzana; sin embargo, ninguna agrupación religiosa o institución de beneficencia pública parece interesarse en ella, al menos para canalizarla a otra dependencia, asilo o algo por el estilo.
Quienes la conocieron en su época de juventud sostienen que era una mujer sumamente inteligente; secretaria bilingüe y otras cosas; mas por esas cosas crueles que a veces nos repara el destino, Lolita perdió la razón y a partir de entonces se dedicó a vagar por las calles de Ahuacatlán… Hoy su situación se ha tornado hasta cierto punto patética; y no hay quien le de la mano.
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