DIARIO DE RIGOBERTO (592)
Uno de los personajes del populoso y nostálgico Barrio de Los Indios, amigo de mi padre, falleció éste viernes en los tiempos inciertos.
Manuel Meza, conocido mundialmente como El Güero Canelo, fue taxista y un buen intérprete de las canciones de Javier Solís. Era tanta su afición de cantante que en su auto de alquiler traía casetes del gran cantor de baladas y era un beneplácito oír su afinada voz imitando fielmente a Javier Solís. Uno de los pocos que recordaban a mi padre y en varias ocasiones conversamos sobre su amistad, en aquel Ixtlán, el de un pueblo provinciano.
Me decía ‘profesor’; pero también Chiquila. Así le decían a mi padre. Desde niño llegaba a su casa de la Moctezuma para cenar. Su esposa vendría rica cena, y los domingos era una tradición. En uno de los viajes en su taxi me contó ampliamente su vida. Lo difícil que fue trabajar desde niño. Creo que un señor lo contrataba de peón y evocaba sus tiempos. Cuando inició en la bebida y cuando la dejó.
Me preguntaba por mis tíos, y luego seguía cantando. La última vez que me subí en su auto fue de Ahuacatlán a la ciudad. Me dejó en la esquina de la Abasolo y Moctezuma. Todo un personaje, infaltable estaba en la serenata a la Virgen de Guadalupe. Amante del boxeo.
Hace años lo invite a cantar en aquel bello festival de Navidad a Todos en la plaza, y se puso nervioso por tanta gente convocada. Era un deleite escucharlo. En una ocasión estaba parado atrás de su taxi, y le dije:
—Hola Güero.
Me detuvo y me dijo:
— Profe no me diga Güero, Güero hay muchos. Dígame Canelo, porque sólo hay uno. Y eso soy yo.
Hasta siempre amigo.
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