Ciudad del Vaticano. – El Papa aseguró hoy que el Big Bang no contradice la intervención divina en el origen del universo pues de ninguna forma es producto del caos sino de resultado de la fuerza creadora de Dios.
Francisco hizo estas consideraciones en un discurso que pronunció ante un grupo de estudiosos que participan en una sesión de la Pontificia Academia para las Ciencias dedicada al tema “altamente complicado” de la evolución en la naturaleza.
“Cuando leemos en el Génesis el relato de la creación corremos el riesgo de imaginar que Dios fue un mago, con una varita mágica con el poder de crear todas las cosas. Pero no es así”, explicó.
“El creó a los seres y los dejó desarrollarse según las leyes internas que él ha dado a cada uno, para que se desarrollasen, para que llegasen a la propia plenitud”, apuntó, hablando en italiano.
Sostuvo que así la creación ha seguido adelante por siglos y siglos, milenios y milenios, hasta que se convirtió en la que es en la actualidad, justamente porque “Dios no es un mago”, sino el creador que da el ser a todas las entidades.
Precisó que el inicio del mundo “no es obra del caos” que debe a otro su origen, sino que deriva directamente de un principio supremos que lo creó por amor.
“El Big-Bang, que hoy se pone como el origen del mundo, no contradice la intervención creadora divina sino que la exige. La evolución de la naturaleza no contrasta con la noción de creación, porque la evolución presupone la creación de los seres que evolucionan”, insistió.
Según Jorge Mario Bergoglio, a diferencia del resto de las entidades del universo, Dios le dio a los seres humanos una “autonomía” especial, la libertad, y le hizo responsable de la creación para que la domine y la desarrolle hasta el fin de los tiempos.
Sostuvo que, por eso, al científico, y sobre todo al científico cristiano, le corresponde la actitud de interrogarse sobre el porvenir de la humanidad y de la tierra, de preservarlas, de eliminar los riesgos para el ambiente.
Dijo que el científico debe ser estar consciente que la naturaleza esconde, en sus mecanismos evolutivos, unas potencialidades que deben descubrir la inteligencia y a la libertad, con el objetivo de llegar al desarrollo que forma parte del diseño del creador.
“Por cuanto limitada, la acción del hombre participa de la potencia de Dios y tiene la capacidad de construir un mundo adecuado a su doble vida corporal y espiritual; construir un mundo más humano para todos los seres humanos y no para un grupo o una clase de privilegiados”, ponderó.
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