“Amigo, amigo, ¿Cuál sombrero le gusta?, ¡Están baras!”, dice Alfredo – un chavalo de tez morena y de complexión delgada que llegó a Ixtlán del Río apenas el pasado sábado para expender adornos patrios –.
La mañana es templada y el reloj está a punto de sonar las 12 del mediodía. A esa hora, Alfredo permanece sentado sobre una banca de acero, en la plaza principal de Ixtlán. A dos metros de distancia se observa su carreta, repleta de adornos patrios: Sombreros, cornetas, banderas, tambores, rehiletes, collares y otros adornos tricolores.
Alfredo se atolondra cuando ve llegar al reportero. Piensa que es un inspector. Ya repuesto, confiesa que es originario de Santa Ana Jilotzingo, un pueblo perteneciente al municipio de Otzolotepec, Estado de México, y cuya lengua nativa es el otomí.
La comunidad – explica – está a una hora de Toluca y un 90 por ciento de su población se mantiene del comercio, así que al terminar la primaria o tal vez la secundaria los adolescentes deben incursionar en esta actividad.
Son tres los vendedores que llegaron a Ixtlán procedentes de Santa Ana Jilotzingo: Edgar, Martín y Alfredo; los tres con una edad que oscila entre los 18 y los 22 años de edad; solteros.
Desde hace tres días se les ve rondar por la zona centro de Ixtlán expendiendo sus productos y en donde los colores verde, blanco y rojo están presentes.
“Es difícil acostumbrarse a la comida que se vende aquí. Por acá no veo ni huitlacoches ni quelites; y los frijoles y las tortillas son distintas”, dice Alfredo, al tiempo que se lamenta de las bajas ventas; aunque mantiene la esperanza de que las cosas mejoren a partir de este fin de semana.
Afirma que la venta de banderas y adornos patrios es una carrera contra reloj, ya que la fiesta de El Grito de Independencia – como se llama a la convocatoria a la rebelión hecha por el cura Miguel Hidalgo en 1810 –, se celebra en la noche del 15 de septiembre, por lo que los vendedores ambulantes sólo tienen las dos primeras semanas del mes para hacer negocio.
Los precios varían según el tamaño y el objeto; lo más caro es una bandera de 300 pesos y la más pequeña tiene un valor de 15 pesos y es la que más se vende. Los sombreros de pico alto se cotizan a 80 pesos el más grande, el mediano a 60 y el más chico a 40 pesos. Un tambor puede valer 60 o 40 pesos, dependiendo también de su tamaño, en tanto que las cornetas tienen un valor de 40 pesos.
Los tres vendedores de adornos patrios formarán parte del quehacer cotidiano de la zona centro de Ixtlán; pero solo hasta el 16 de septiembre, pues será la fecha cuando regresen a su lugar de origen.
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