
Me acerqué a su féretro. Temblaban mis manos. Miré si rostro sereno, apacible. Me dio la impresión que dormía plácidamente, con su camisa a cuadros y sus inseparables gafas. Dejé escapar unas lágrimas y me senté de nuevo.
Pasaban 20 minutos de las ocho de la mañana cuando recibí la infausta noticia. Jugaba fútbol a esa hora, pero a partir de ese momento mi corazón y mente ya no estuvieron en paz. Había muerto mi compañero y amigo, y eso me ocasionó una honda tristeza.
Francisco Javier Ezparza Altamirano, nuestro Jefe de Distribución dejó el mundo terrenal a los 60 y tantos años. Un problema vascular acabó con su existencia dejando viuda a su esposa Leticia y huérfana a su hija Érika.
Pesa su muerte, ¡Cala muy hondo! Los trabajadores de esta empresa estamos de luto; más aún quienes pertenecemos a la corresponsalía de Ixtlán del Río, porque fue un hombre extremadamente responsable. Creo que no he conocido a ninguna otra persona tan garante como “El Pili”, como lo conocíamos notros. Para otros era “El manzanita” y cuyo mote se le endilgó por su piel purpúrea.
Siempre admiré su inteligencia, su excesivo grado de intuición. Podía abordar cualquier tema hasta causar polémicas. Preguntaba y respondía; respondía y preguntaba.
Días antes nos había confesado: “Me siento deprimido, no puedo dormir. Hay muchas cosas que me preocupan y no veo soluciones”.
El Pili tomaba las cosas muy a pecho y eso le produjo ese estado emocional. Las cosas se complicaron y fue entonces que buscó ayuda profesional. El pasado lunes tuvo que ser trasladado a la clínica uno del seguro social quedando internado en el área de urgencias. Fue en ese lugar donde conversé con él por última vez. “Gracias por venir – me dijo –; en verdad no sabes cuánto te lo agradezco. Aprecio mucho el hecho que hayas venido. Ahora sé lo que han pasado tú y tu familia”.
Mi amigo El Pili tuvo una mejoría y abandonó el hospital al siguiente día. Por medio de nuestra secretaria quise estar al tanto de su salud. El viernes supe que su estado era estable, pero también se me comunicó que ya no regresaría al periódico para no decaer.
Pensaba visitarlo hoy lunes, pero ya no lo alcancé. Un repentino y fulminante paro cardiaco marcó su final. Se me adelantó en el camino y no sé cuándo nos volveremos a encontrar; pero desde este rinconcito ruego por el eterno descanso de su alma.
A su esposa Leticia, a su hija Erika, a sus hermanos Carlos, Ignacio, Prudencia, Jesús, Lourdes y Enrique, el equipo del Express Regional les expresa su más sentido pésame. DESCANSE EN PAZ.
Discussion about this post