La vida para todas las personas, sin excepción siempre tiene sus altibajos. Todos tenemos momentos de felicidad y de tristeza. Todos tenemos contratiempos, sufrimientos, decepciones y tentaciones, etcétera.
Así es la vida, pero yo he conocido personas que ante las mismas circunstancias responden de muy diferente manera; unas con mas tristeza, otras de manera más positiva.
Todos quisiéramos tener el control de estas situaciones y responder con más inteligencia sin afectar de forma negativa tanto nuestra vida o la vida de otras personas.
Existe un principio que se llama el principio 90 – 10, que se los voy a compartir, pues habla de la actitud que debemos de tomar ante los problemas de la vida, desde los más pequeños hasta los más grandes.
Como ejemplo tenemos un señor que en la mañana esta desayunando y su hijo sin querer le tira el café y moja su ropa. Él puede tomar dos actitudes: La buena y la mala.
Tomando una mala actitud: se enoja, le grita al hijo, vocifera contra todos, se le hace tarde para llevar a su hijo a la escuela, se le olvidan unos papeles, le va mal en el trabajo; regresa a su casa, todos están sentidos con él, el ambiente esta tenso…
Con la actitud buena: él no se enoja, consuela a su hijo, va y se cambia, toma sus papeles, llegan temprano a la escuela, le va bien en el trabajo y regresa a su casa encontrando todo con tranquilidad y armonía.
¿Qué aprendemos de esto? Que el señor al dejarse controlar por su mal humor alteró todo su día de forma negativa. En cambio, al controlar la situación no pasó nada y su día fue positivo.
Este principio afirma que mi actitud ante la adversidad es el 90 por ciento y la adversidad en sí solo es el 10 por ciento.
Hay que reflexionar y ser inteligentes para controlar nuestras emociones y así lograr que no nos domine la adversidad. Tomemos el control, practiquemos y apliquemos el principio 90 – 10 y que la buena actitud sea la que nos domine ante todas las situaciones que se nos presenten.
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