Incitado por mi antiguo oficio de panadero, acudí el pasado sábado a la Panadería de los Nieves y, por enésima ocasión, los empleados de la harina me preguntaron una y otra vez quiénes eran mis candidatos…
En la víspera, mi amigo Cecilio – recio mediocampista de Uzeta – me había formulado una pregunta similar. Pero no han sido los únicos, sino que han sido muchos los que han querido conocer cuáles candidatos son mis favoritos. Quieren saben por quiénes voy a votar y me preguntan cuáles son sus nombres y los partidos que los acogen.
Les he dicho que es muy difícil precisarlo; y a decir verdad, no le he definido. Lo ando buscando aún, pero siento que va a ser muy difícil. Al final de cuentas seguramente me inclinaré por el menos peor, aunque si le buscan un poquito quien quita y hasta me abstenga de votar.
Sin embargo y pensando en una remota posibilidad quise escribir estas cuantas líneas para ver si surge alguien con el siguiente perfil:
Debe ser una persona que no le de asco abrazar a los pobres, que más bien se identifique con ellos. Que sienta en el fondo el hambre de los necesitados y que se comprometa a hacer algo que los beneficie. Ese que recorre los barrios y colonias marginadas, que se ensucia los zapatos y que llega a su casa pensando en la enorme desigualdad que hay entre pobres y ricos. ¡Ese es mi candidato!
Tiene que ser por supuesto un hombre o mujer que no haya pactado negociación alguna con caciques políticos y que no haya surgido como consecuencia de acuerdos en lo oscurito. Si cambió de partido nada más porque así lo quiso su protector político ¡Que ni se me acerque!; Si el viernes fue precandidato de un partido y amaneció el lunes como candidato de un partido distinto; lo siento, ¡Va a ser muy difícil convencerme!
Si menciona a Dios no para ganar el voto de los creyentes sino porque quiere ser un instrumento de Él para que la verdadera justicia prevalezca. Si lo conoce, cree en él y desde la presidencia o desde el palacio de gobierno aspira a poner en acción el plan de salvación que tantas veces los políticos desechan. Si le interesa liberar al oprimido, amparar al desamparado y ser punto de equilibrio entre los poderosos y los necesitados, entonces… ¡Ese es mi candidato!
Si no proyecta su función gubernamental directamente a su cuenta bancaria sino al progreso sistemático del pueblo que lo respalda. Si pretende crear fuentes de trabajo no sólo para los de su partido sino para todo aquel que esté capacitado y dispuesto a realizar las funciones que se les ha encomendado; no lo duden… ¡Ese es mi candidato!
Si la demagogia no es parte intrínseca de su personalidad. Si sus promesas se fundamentan en proyectos viables que irán en beneficio de todos, no de algunas partes; tengan la certeza que ¡Ese es mi candidato!
Si tiene buena memoria y no sufrirá de amnesia al llegar a la presidencia, al congreso del estado o a la gubernatura. Si va a recordar su programa de gobierno, ese con el cual gana tantos adeptos. Si no va a utilizar el poder para destruir sino para construir un mejor porvenir para mi pueblo. Si ama tanto a Nayarit, a Ahuacatlán; si es capaz de sacrificar sus sueños por el bien de todos. Si su compromiso con el pueblo va más allá de sus ambiciones personales. Tengan la seguridad que ¡Ese es mi candidato!
Pd: Si revisas todo lo que he escrito anteriormente y ubican a esa persona con estos perfiles, entonces por favor, ¡Ven conmigo!, ¡Dime quien es!, porque el 06 de julio quiero votar por él. ¡Ayúdenme por favor!
Sinceramente:
Francisco Javier Nieves Aguilar
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