Por la ruta de la historia
Hacía viento en la calle Madero y después de las cinco y media, ya estamos preparados afuera de la Caja Solidaria para la solemnidad, la oportunidad, el honor y el orgullo de seguir por esta travesía de lugares que nos remontan a los años dorados cuando tuvimos un gobernador Roberto Gómez Reyes, emanado del antiguo Barrio de los Indios, el territorio de mi infancia.
Estamos Alberto López, los profesores José Isabel Ramos, Pablo Torres Sánchez, Lily Montañez, don Joaquín Villalobos y Rigoberto Guzmán Arce. Se realiza el proceso y se busca el mejor lugar ante las pequeñas y cortas paredes. La foto del recuerdo y la charla que nos tiene imantada la historia de este caserón.
Aquí se ubicó la cooperativa de alfareros conocida como “Roberto Gómez Reyes” de 1970 a 1993, año en que dejó de operar. Fue el propio gobernador quien promovió esta labor artesanal, pues era oriundo de este barrio e incluso ejerció este oficio en su juventud.
Anteriormente la cooperativa estuvo por la calle Justo Barajas entre Moctezuma y Arista. Entre sus dirigentes figuraron Raúl y Fermín Ávila Preciado; el profesor Francisco Ballesteros llevó la contabilidad de la organización. El Pbro. Gregorio Curiel y el profr. Heriberto García Rangel fueron sus asesores y promotores.
Nos dirigimos a la esquina con la Jiménez y mi sangre arde ante los vendavales del recuerdo de mis años de niñez que viví, respiré, caminé en estas latitudes que he escrito decenas de relatos en la columna de los viernes, aquellos amigos, personajes, situaciones, las peleas de box escuchadas en la radio, el eclipse, las Lalas, el escorpión. Todo me sabe a evocaciones.
Unos cuantos pasos y ya estamos en el centro del corazón de la nostalgia. Está la familia de Armando, Jorge e Ilda González Manjarrez, esperando y para ello sacaron el mueble de su sala, de la casa Madero 80, para ser testigos, participantes y en el júbilo de la colocación de la placa en este lugar otrora miscelánea.
En esta esquina estuvo la famosa tienda “El Cometa del 82” en alusión a la aparición en el firmamento del cometa “Halley” en 1882. Sus dueños fueron don Ascensión González y su hijo Octaviano. Con el mismo nombre del establecimiento, primero funcionó como fábrica de cigarros (sin marca) y de papel, dejando de operar en 1925.
A partir de entonces y hasta 1952, fue tienda de abarrotes, atendida por la Sra. María Mercedes González y su esposo el Sr. Jesús Benítez Murguía. También se dedicaron a la compra de cacahuate y maíz, para su posterior venta en la ciudad de Guadalajara. Ascencio González Cambero (el Güero Chencho) e hijos fueron los últimos dueños de esta reconocida tienda.
Aquí recuerdo a la señora Soledad Manjarrez, la esposa de don Ascencio, quien atendía los últimos años cuando compraba cucuruchos de chicles en alguna noche de mis sentimientos. Nos ofrecen refrescos y duritos, y nos sentimos emocionados por el trato que nos dispensan. La generación nueva de los González, Elena Guadalupe González Carrillo, Valentina, Danna Paulette y Kate Nicole González González; niñas preciosas de origen español y está presente José Manuel Gallardo González. Una amiga e invitada especial Dulce Hernández Huerta.
Se acercan Beatriz Parra y Juan Carlos González. Enfrente se encuentra Pepe Ballesteros y el profesor Baltazar jugando concentradamente al dominó. Se incorporan Roberto Parra Díaz y Teresa Candelas.
La noche cubre este espacio y hay magia de amistad en esta estación maravillosa cuando el tren con el pitido de la felicidad, sigue su Ruta por la Historia de transformar a la ciudad en un gran museo. El jueves 30 seguimos por la Madero en donde funcionó la novedosa planta de luz.
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