Hace algunos años intentaba entretenerme “en algo” para ver sí así lograba conciliar el sueño, recostado en mi cama, en la Casa del Estudiante de la ciudad de Tepic. Valentín, mi amigo de Villa Hidalgo, me prestó entonces un libro donde leí una historia de un hombre que viajaba y que entró al paraíso por error.
Lo anterior lo relacioné con el concepto indio del paraíso, en el que se afirma que hay árboles que conceden los deseos: Simplemente te sientas bajo uno de estos árboles, deseas cualquier cosa e inmediatamente se cumple; no hay espacio alguno entre el deseo y su cumplimiento.
Total. El hombre del cuento – refería – estaba cansado, así que se durmió bajo un árbol portador de deseos. Cuando despertó, tenía hambre, entonces dijo: “¡Tengo tanta hambre! Ojalá pudiera tener algo de comida”. E inmediatamente apareció la comida de la nada, simplemente flotando en el aire, una comida deliciosa.
Tenía tanta hambre que no prestó atención de dónde había venido la comida – Cuando tienes hambre, no estás para filosofías -. Inmediatamente empezó a comer y la comida estaba ¡tan deliciosa!
Una vez que su hambre estuvo saciada, miró a su alrededor. Ahora se sentía satisfecho. Otro pensamiento surgió en él: “¡Si tan sólo pudiera tomar algo!” Y por ahora no hay ninguna prohibición en el paraíso, de modo que de inmediato apareció un vino estupendo.
Mientras bebía este vino tranquilamente y soplaba una suave y fresca brisa bajo la sombra del árbol, comenzó a preguntarse: “¿Qué está pasando? ¿Estoy soñando o hay fantasmas que están jugándome una broma?”… Y aparecieron fantasmas feroces, horribles, nauseabundos. Comenzó a temblar y pensó: “¡Seguro que me matan!”… Y lo mataron.
Esta es una antigua parábola, de inmensa significación. Tu mente es un árbol portador de deseos: pienses lo que pienses, tarde o temprano se verá cumplido. A veces, la brecha es tan grande que te olvidas por completo que lo deseaste, de modo que no puedes reconocer la fuente. Pero si observas profundamente, hallarás que todos tus pensamientos te están creando a ti y a tu vida.
Crean tu infierno, crean tu cielo. Crean tu desgracia y tu alegría, lo negativo y lo positivo… Cada uno es aquí un mago. Cada uno está hilando y tejiendo un mundo mágico en torno de sí mismo… y luego es atrapado. La araña misma es atrapada en su propia tela.
No hay nadie que te torture excepto tú mismo. Y cuando se comprende esto, las cosas comienzan a cambiar. Entonces puedes modificarlo, transformar tu infierno en cielo; sólo se trata de pintarlo con una visión diferente… Toda la responsabilidad es tuya. ¿No es así?
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