Ilsy, mi pequeña nieta, además de ser muy inteligente tiene un corazón de oro. La otra vez hizo que por mis ojos brotara un par de lágrimas y enseguida me invadió el arrepentimiento por algo que no debí haber hecho. Les platico:
Resulta que el pasado viernes se nos avisó que su abuela había sufrido un percance cuando regresaba del panteón. Pisó en falso y resultó con un esguince –al parecer de segundo grado-; y de no haber sido por una de sus sobrinas la cosa quizás hubiera estado peor.
Ella ya no pudo caminar; la misma sobrina la condujo a casa en un vehículo; y tras ser avisados yo me encaminé hacia el auto para ayudarla. Mi nieta Ilsy siguió mis pasos, notoriamente acongojada. Extendió sus manitas para ayudar a su abuela, pero fue necesario el apoyo de otras personas para guiarla hasta un sillón.
Con mucha dificultad se sentó en el sofá y a los pocos segundos Ilsy le arrimó una mesita de madera a fin de que colocara ahí su pie lastimado. Luego la chiquilla corrió y trajo una almohada con el obvio interés de que su abuela estuviera más cómoda.
Los ojos de la niña denotaban mucha preocupación. Afanosamente buscó una pomada especial para dolencias; arrimó una gasa y hasta agua oxigenada, suponiendo que estos aliviarían el dolor de la abuela. También colocó en la mesita una venda y tijeras.
Su angustia era pues más que evidente. En eso la miré que tomó dos periódicos. Pensé que los quería para jugar o simplemente para hacer travesuras. La regañé; le dije que no agarrara más ejemplares, que ella sabía que no tenía mi autorización; pero a mi nieta le valió y dirigió sus pasos hacia la primera habitación.
A los pocos minutos salió y se acercó a su abuela: “Abuela –le dijo- ya me voy con mi mamá; toma esto”, al tiempo que le entregaba un papelito mal doblado.
Su abuela desdobló esa hojita y leyó: “Abuela, te amo. Mejórate de tu pie”. En ese instante no supe yo de qué se trataba, solo escuché cuando ella le gritaba; “Espérate mi´ja, ven a mi lado”. La pequeña obedeció. Abuela y nieta se abrazaron y lloraron juntas.
La escena por supuesto que tocó también mi corazón; y ahí me di cuenta que a muchos nos resulta difícil expresar lo que sentimos. Ilsy no se atrevió a decirle personalmente a la abuela que la amaba, pero con ese papelito demostró el gran amor que le tiene.
Yo por mi parte fui presa del arrepentimiento. Había regañado a mi nieta Ilsy sin saber que aquel pequeño trozo de papel que cortó de un periódico lo quería para manifestarle su amor a la abuela.
Por eso, te invito a que no juzgues a la ligera. Antes de juzgar a alguien piensa que cada persona tiene detrás una historia y una razón para ser como es.
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