IXTLÁN DEL RÍO.- Como contribuyente estoy listo haciendo fila, pero sentado en una silla blanca de plástico en La Casa de la Mujer, para ponerme al corriente del pago del predio urbano, el pago que llamamos de catastro. Me toca la ficha 20 y me da la oportunidad de observar con calma el movimiento de las personas, las impresiones de notar que les gusta que se les organice para cumplir con el impuesto por medio de una ficha , que es un boleto de papel normal con el número impregnado de tinta negra.
Es lunes y hasta tuve tiempo de bañarme, con agua tibia claro, y desayunar en calma para recorrer cuando los negocios abren las puertas y suben cortinas. Dejó de hacer frío y los buenos días contagian al caminar.
Llego y aquí están personas de la tercera edad y los ancianos en lo particular que como siempre cumplen fervorosamente para realizar la retribución a los que ellos en esta ceremonia llaman “las contribuciones” y además se aprovecha el descuento del cincuenta por ciento por pago oportuno que se termina hasta este viernes 29.
Me da motivo para estrenarme como profesor jubilado y obtener el beneficio. Intento leer el periódico, pero no puedo porque una maestra que ya tiene cuatro años disfrutando la vida sin horarios me hace plática y así se van los minutos hasta que se escucha la frase “el o la que sigue”.
Estoy en el mostrador y contemplo la procesión cuando entrego la copia por los dos lados de mi credencial que sirve como comprobante de que en verdad sí estoy jubilado porque me veo más joven a pesar de mi montón de años. Confirman mi calle y número y revisan que no soy un fugitivo del impuesto y hay dos cajas y abundancia de computadoras que en cinco minutos ya estoy con los billetes en la mano derecha para lograr cumplir como ciudadano del “merito” Barrio de los Indios.
L@s empleados atentos y concentrados, vine en plan de auditor anónimo y Verónica Ávalos como directora coordina a Valente Ruiz de la Cruz, Lourdes Altamirano Murillo, Dora Guadalupe Dávalos González y Marisela Magallanes González que entre el mostrador y mesas con carpetas de expedientes realizan un trabajo delicado que es atender cordialmente a los ciudadanos, lo cual a veces no resulta fácil.
Explican las cajeras con suave voz y paciencia los adeudos atrasados, los descuentos y el monto final. Es el mundo del impuesto donde orbitamos y que la tradición alcanza todavía a cumplir una de nuestros derechos y obligaciones incluida de vivir en sociedad.
Algunas señoras cuentan en la red de las conversaciones en este pequeño patio que ya habían pagado el agua y el drenaje antes de estar aquí esperando el turno. Van llegando otros siete personas y todo tranquilo. Salgo como mí boleta que certifica que como dijo Enrique Peña Nieto: Misión cumplida.
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