Devoción, arte y baile se entrelazan en una celebración que dejó huella en la comunidad.
VALLE VERDE.
Valle Verde, comunidad perteneciente al municipio de Ahuacatlán, vivió días de fervor, alegría y unidad con la culminación de sus fiestas patronales en honor a Nuestra Señora de Fátima.
Con un saldo blanco y sin incidentes que lamentar, los festejos se convirtieron en un referente de convivencia y organización comunitaria.
La devoción religiosa sigue tan viva como siempre, reflejada en las misas y peregrinaciones, pero cada vez toma más fuerza la fiesta popular, que este año alcanzó niveles de entusiasmo desbordante.
La mojiganga, celebrada en la víspera, llenó de color y diversión las calles, donde grandes y chicos disfrutaron de los tradicionales baños de agua y harina, al ritmo de la música.

Uno de los momentos más esperados fue la quema del castillo de fuegos artificiales y cuatro toritos, que iluminaron la noche y despertaron los aplausos de la multitud.
La celebración cerró con broche de oro gracias al baile popular gratuito, realizado en la cancha principal, que reunió a cientos de asistentes en un ambiente de total armonía.
Un acto muy emotivo fue la inauguración de un mural en el icónico tinaco de la localidad, una obra que rinde homenaje a la identidad de Valle Verde.
En este mismo marco, se entregaron reconocimientos a ex ferrocarrileros, no solo de la comunidad, sino también provenientes de Guadalajara, Tepic y otros lugares, lo que provocó momentos de lágrimas, abrazos y sonrisas.
Las fiestas patronales de Valle Verde no solo consolidan una tradición viva, sino que también reafirman el espíritu comunitarioque caracteriza a esta entrañable población.
Una vez más, quedó demostrado que cuando hay organización, devoción y alegría, el resultado es un evento inolvidable para todos.
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