Francisco Javier Nieves Aguilar
Había una vez un reino que era muy ruidoso. El joven príncipe que había crecido en medio del ruido declaró que el día de su cumpleaños quería oír el ruido más grande del mundo.
Publicó un edicto diciendo que el día de su cumpleaños todos los ciudadanos de su reino tendrían que reunirse delante del balcón del palacio y que durante un minuto gritaran con toda la fuerza de sus pulmones.
En un rincón lejano del reino, una mujer encontró el edicto ridículo y preocupante. Y dijo a su marido que mientras los otros gritarían, ella abriría simplemente la boca y haría como que gritaba. Se lo contó también a su mejor amiga y ésta a otra y a otra.
Cuando llegó la hora señalada, el reino por primera vez en su historia, se calló; y el joven príncipe oyó por primera vez en su vida el canto de los pájaros, el murmullo del agua de los arroyos y el susurro del viento entre las hojas de los árboles. Y el príncipe lloró de alegría.
¿Nosotros también vivimos en el reino del ruido? En las calles, casas, carros y en los corazones. ¿Cuándo fue la última vez que experimentamos la alegría de un profundo silencio? Necesitamos lugar y tiempo para descansar en Jesús, orar, escuchar y aprender de El.
Yo quiero proponerte una cosa: quiero que te des “un tiempecito” para todo. Porque hay tiempo para todo:
¡Date tiempo de vivir!; estar con tu familia, visitar a tus amigos. ¡Date tiempo para estar contigo, descansar, y reflexionar en todo eso que has logrado, estas haciendo y deseas cumplir.
Date tiempo de soñar, proponerte nuevas metas, disfrutar y compartir tus nuevos logros.
Date tiempo de escuchar, aprender de los demás, su sabiduría… su experiencia.
Date tiempo para amar a quienes más quieres, a quienes menos tienen; ¡Y al mundo donde vives!
Discussion about this post