Un hermoso jardín

Francisco Javier Nieves Aguilar

El cielo estaba salpicado de mariposas de todos colores. ¡Y qué bonito era ver todo aquel colorido moviéndose por el aire! Pero, ¿Por qué había tantas mariposas allí reunidas? Fueron atraídas por un lindo jardín y en la presencia de tanta gente, bailaron por el aire, presentando un bello espectáculo.

¿De quien era ese Jardín? De Martita y Pedrito. Todas las tardes al llegar de la escuela, guardaban los útiles escolares, se colocaban ropas de jardineros e iban a cuidar el jardín. Como eran todavía pequeños, sus padres les daban esta tarea. Pero ellos no sólo la consideraban un deber, sino que cuidaban el jardín con muchísima alegría. Una tarde, cuando se dirigían allá, Pedrito dijo:

— Martita, verifiqué que han aparecido algunas hierbas dañinas Las retiré porque ellas perjudicarían el jardín.

— Sí –respondió ella–; mientras yo cuido de esta parte, ve revolviendo la tierra, dejándola floja. ¿Te acuerdas que el viento trajo una semillita, que encontrando la tierra floja aquí se refugió?, germinando, y transformándose en una linda flor.

— Es verdad. Hoy ella hace que nuestro jardín esté más bello. Quien sabe; el viento tal vez traiga otra. Habrá un concurso sobre el jardín mejor cuidado. A lo mejor

— ¡Mira Pedrito!, algunas hiervas dañinas quieren perjudicar nuestro jardín.  Fue bueno que te recordaras de eso.

— Martita, no nos podemos descuidar.

Y así, los días fueron pasando y los dos niños cuidaron con todo cariño del follaje y de las flores. Ellas estaban cada vez más bellas. Había en ese jardín algo más que belleza y perfume. Una vibración suave y agradable flotaba sobre el aire. La pequeña acariciaba las flores admirando la belleza y la perfección, y decía:

Pedrito, sólo Dios puede hacer algo así, ¡Tan lindo y perfecto!

— ¡Es verdad Rosita!

Bien, finalmente llegó el día del concurso. El lugarejo estaba repleto de gente para ver cual era el jardín más bello. Era un duro concurso, pues había jardines cuidados por jardineros profesionales. Era un ir y venir. Personas admirando un jardín aquí, otro allí, otro acullá.

De súbito, surgieron en el cielo mariposas, formando una pequeña nube colorida. Fueron atraídas por un jardín, no sólo por la belleza, sino además por una vibración suave que flotaba en el aire. Y comenzaron a bailar, llamando la atención de todos. Era lindo el espectáculo.

Unas se posaban sobre las flores, besándolas. Otras formaban un espiral en torno de los follajes. Otras cercaban el jardín en zigzag. Finalmente descendió de lo alto una mariposa azul-dorada, maravillosa, y se posó sobre una linda rosa blanca, bien en el centro del jardín. ¡Las personas, no pudiendo creer la maravilla que veían! Dijeron: “¡Es este el jardín que merece ganar el concurso!”.

Martita y Pedrito estaban emocionados. El espectáculo era en su simple jardín. Así ellos ganaron el concurso por causa del amor con que lo cuidaban, atrayendo así a las mariposas. En la noche la pequeña soñó que su ángel guardián le dijo:

— Martita, así debe ser el jardín de tu corazón y de todas las criaturas. Las flores son las virtudes, como la bondad, el respeto, la simplicidad. Los perfumes, son las vibraciones que las virtudes emiten. Siempre que aparezcan hiervas dañinas como la tristeza, la agresividad, retíralas para no sofocar las semillas buenas que están germinando. Cuida bien del jardín de tu corazón criatura, y Jesús te bendecirá.

De ahí en adelante, Martita comenzó a cuidar de los dos jardines: El de su casa y el de su corazón.