Omar G. Nieves
Si Roberto Sandoval tuviera una mejor preparación política, un conocimiento más profundo de los problemas sociales, si conociera más la historia de Nayarit, si no fuera pues un lego que actúa por instinto o aprendizaje empírico, tal vez sería el mejor aspirante a la gubernatura del estado. Tiene la vena, pero le falta el ejercicio intelectual.
La señora Martha ni lo uno ni lo otro. Se rodea, eso sí, de buenos asesores y operadores políticos. Pero Nayarit de eso quiere escapar; de los periodistas e intelectuales orgánicos – ahora que Salinas retoma el concepto de Gramsci – que buscan la oportunidad de acceder al poder por el poder. Estas personas lo que quieren es desplazar a los vaquetones que ahora viven del erario público, para ser ellos los beneficiados con las canonjías que el gobierno les otorga para cuidar la imagen pública del gobernador, que es por lo que velan. Ahí van unos por otros.
El diputado Guadalupe Acosta Naranjo padece de aquello que tanto le critica a Andrés Manuel: La megalomanía; que no es otra cosa que el delirio de grandeza. Con un discurso bizantino quiere conquistar el voto ciudadano, pero no aborda los temas de fondo. Por ejemplo, qué propone para recuperar la paz y seguridad pública en Nayarit, cuál es su estrategia para restaurar las finanzas públicas del estado. De diagnósticos ya estamos hartos, queremos soluciones.
Raúl Mejía y Manuel Pérez Cárdenas son viejos zorros de mar, pero les falta empatía. Al primero no se le creen los señalamientos que hace contra el Ejecutivo Estatal. Hasta parece que hay acuerdo para que así sea. Al segundo se le asocia con lo más reaccionario del panismo nacional. No queremos ver a un Nayarit mocho, timorato o conservador.
Finalmente el hijo del cacique, Gerardo Montenegro. Un profesor que no lee y que hereda de su padre, un insigne y experimentado político, una estructura que políticamente rinde mucho, pero que en el aspecto educativo ha sido un fiasco.
Esta perspectiva nos deja en el desamparo. Y por si fuera poco, los dos que podrían tener el talento para servir a este pueblo – el senador Castellón Fonseca y la señora María Eugenia Jiménez – no tienen la intención o la aceptación que, según las encuestas, tienen los demás.
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