Report-arce
Domingo de ligera llovizna, amaneció nublado y lentamente nos vamos reuniendo en el centro de atención por un gran motivo. El local del Club Rotario abre su puerta y en lo primero que me fijo es el logotipo colorido “Enriquece el mundo”, es el planeta tierra con sus pétalos que se abren y unas fuerzas poderosas que emanan como un ejemplo universal. Dos banderas, la de la patria y el territorio Rotary International de este Distrito 4150.
Se llena la sala, sobresalen invitados especiales como la familia Coronado Gallardo. Todos nos saludamos. Estamos en la ceremonia para la develación de un busto de un personaje tan querido y recordado. El espíritu sigue presente, la integridad y el ejemplo que trasciende fronteras físicas, la sencillez y la intensa relación que tuvo con la comunidad en sus diferentes aristas, facetas y compromisos con la medicina, la docencia, la cultura, el deporte y el altruismo.
Por esto, los integrantes de este club nos convocaron para encender en la madera de sus recuerdos una hoguera, el crisol, la guía luminosa en estos tiempos de oscuridad. Un hijo pródigo de esta tierra y cielo que lo abrazó como uno de los suyos y que este valle fue correspondido por la lealtad, la dedicación del hombre que mantuvo sus ideales y valores: el doctor Roberto Coronado Rivera.
Inicia la ceremonia y el ingeniero Juan José González es el maestro de ceremonia. Presenta al Gobernador del Distrito Marco Antonio Carrillo, el párroco Roberto Villalobos, Pepe Alvarado, presidente municipal y Carlos Jaime, presidente del Rotario. Llegamos desde diferentes caminos para que aquí sea la concentración de los recuerdos, la trayectoria fecunda compartida en pasajes con el doctor y momentos aleccionadores en una sensación que considero histórica para calmar nuestros dramas sociales o íntimos, la esperanza que sigue siendo la conspiración de los buenos.
En eso estamos cuando distingo al cronista de la ciudad, el profesor Pablo Torres; doctor Juan Manuel Ávalos, poeta y profesor; la escultora, creadora de esta obra, Nadia Saldívar; el escritor Ernesto Parra; los directores del agua potable y de obras públicas, Mauricio González y Miguel Hernández; Ezequiel Parra, periodista; Ramón y Felipe Parra; Antonio y Manuel Tovar, el licenciado Salas; Jorge González del Consejo de Opinión Pública.
Difícil escribir de los demás presentes por falta de espacio de los compañeros rotarios. Vienen las participaciones de Carlos Jaime que agradece y que esta sala llevará el nombre del doctor con un pequeño busto donado por el pintor y escritor Manuel Benítez. Manuel Tovar nos imanta con su escrito al describir las maravillas de servir a los demás con tantas manifestaciones y condecoraciones que recibió en su andadura, nuestro bien amado amigo “Gandhi”.
Oigo, escribo y recuerdo, escucho la voz a veces tenue, a veces alta del Rotario inmortal cuando en la plaza principal invitaba a la población para que donara en el kilómetro de monedas y se construyera la escalinata que se ha convertido en un ícono de nuestra ciudad. De los entrañables viajes a la meseta donde se escucha majestuoso la procesión del viento y hace cantar los pinos, el aroma de duraznos y el agua clara. Recordar las noches en los pasillos del curato entre olores de las flores, las evocaciones de poesías nocturnales.
La viveza de sus ojos y la sonrisa de la profunda amistad y que irradiaba de corazón sincero y se regresaba por las calles de empedrado para llegar a Abasolo 41. Ser nuestro doctor del Barrio de los Indios.
Aparte de su historia enriquecedora, su entrega apasionada ¿qué se necesita para perpetuar su memoria? Creo que el agradecimiento de los amigos, de los que estamos conmovidos que en sus 100 años de vida significó un hombre responsable con su espacio y tiempo, el ser humano que encontró la sabiduría, la hermandad y de creer en los demás, porque como se escribe en la invitación “el que se guarda un elogio se queda con algo ajeno”. El doctor es de los hombres que nunca mueren.
Estuve presente en la asamblea de enero y que fue un homenaje que los rotarios esbozaron colocar su busto en una de las calzadas afuera de su recinto. Cumplieron en este domingo nublado. Salimos y nos dirigimos hasta donde está el pedestal café, decorado con flores amarillas; con el logotipo ya señalado y la rueda de engranaje de trabajo del club Rotario.
Se levanta la lona y los aplausos ante el busto y rostro café, sus clásicos lentes y que sus ojos nos señalan el infinito del horizonte y nos atestigua contemplando su ciudad de añoranza de sus ascendientes y descendientes de sangre y su ciudad esplendorosa porque todavía seguirá su destino, la edificación de tantas generaciones.
Su hija Carmelita nos dice que cuando ve un mundo negro, la violencia y la degradación social, se refugia en su admirable padre, es un orgullo ser hija del doctor Roberto Coronado. Regreso esperanzado y contemplo la virtud de la inmortalidad del ser noble y bueno que nos recordará ante las horas inciertas que el trabajo cotidiano nos redime y enaltece.
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