“El corral de piedra nos protegerá, cuando nos casemos…”. La voz de don Jesús González Quezada es débil, ¡Pero bien entonada! Una canción solamente; y lo mismo le da llegar al comercio de la esquina que a la céntrica tortillería, al negocio de frutas y verduras, a la Presidencia Municipal.
Caminando bajo los portales de la zona centro de Ahuacatlán, don Jesús abraza su guitarra, con pasión, ¡Como abrazaba a su mujer! Con sus dedos saca los acordes, ¡Y lo hace muy bien! Las canciones rancheras y las baladas conforman la mayor parte de su repertorio… “Que no somos iguales, dice la gente…”
Pero a pesar de su buena entonación, el señor González Quesada no se considera un músico y confiesa que jamás ha pertenecido a algún grupo musical; “Soy empírico; toco y canto por casualidad pues, ¡De alguna manera hay que ganarse la vida!”, señala, en tanto se recarga en la pared.
Don Jesús ya frisa en los 83 años. Cuando tenía veintitantos se casó con una joven mujer “de ojos negros como la noche, trigueñita ¡Y rechula la condenada!”. Con ella procreó a siete hijos: cinco varones y dos hembras. Tres de ellos viven en Tepic, dos más en Santiago y los otros dos en Estados Unidos.
Se ve que en su juventud fue un hombre apuesto. Aún ahora trata de vestir con elegancia, aunque le hace falta “una compañera” que lo atienda, pues la soledad lo va consumiendo. Sus hijos parece ser que se olvidaron de él; por eso anda como nómada, de un lado a otro, tocando y cantando. Así vive sus últimos años y de paso obtiene unos cuantos pesos para su sobrevivencia.
A Ahuacatlán llegó al despuntar el sol; y vino solamente a eso; es decir, a tocar y a cantar por las calles. Vestido con pantalón negro y chamarra color café, don Jesús carga un morral sobre sus hombros, pero son escasas sus pertenencias.
Desde hace muchos años que se estableció en Tepic; pero antes habitó en el poblado de La Chiltera, perteneciente al municipio de San Blas. “Me dedicaba al campo, sembraba hortalizas, nada mas que no pude aguantar el calor ni las güinas ni los jejenes”, confiesa apesadumbrado.
No hace mucho que fue operado de la próstata. A partir de ahí las enfermedades se vinieron en cascada: dolor de espalda, rodillas, gastritis… “Ya no puedo caminar bien y así es difícil conseguir trabajo. Yo tenía un violín y entonces un amigo me dijo: Te doy mi guitarra por tu violín; hicimos trato y ahora pos… aquí ando, rascándole a las cuerdas”, refiere.
Al principio escogió a Puerto Vallarta. “Allá le cantaba a los gringos; pero también he ido a Guayabitos, Compostela y ahora me dio por venir acá. No saco mucho, pero al menos tengo para comer”, agrega.
Don Jesús tiene su domicilio en la colonia Jazmines de la ciudad de Tepic; y a pesar de todos los males que lo aquejan a diario sale de su casa desde temprano para conseguir el sustento. “Déjeme ver, aquí hay algo de gente”, interrumpe. Solo dos o tres rasgueos e inicia con la canción: “Vivir en el mundo, con una ilusióóóóón…”
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