GUILLERMO SÁNCHEZ LIZÁRRAGA.
Ranchos de Arriba. La naturaleza en todo su esplendor y la tranquilidad que se respira en esta comunidad, hacen imprescindible visitar este lugar que se encuentra comunicado por todas las vías de comunicación terrestre.
El paso obligado de los ferrocarriles que cimbran el piso y subsuelo a su paso por las entrañas del poblado, fiel testigo de la construcción de esta vía de comunicación desde sus orígenes en la cual las vías férreas fueron uniendo tramos, hasta finalmente completar el trayecto de Guadalajara hasta Mexicali.
Mi abuelo Pedro Lizárraga trabajó con la compañía contratista que laboró en el tramo de Plan de Barrancas a mediados de los años 20’s en la perforación de túneles y construcción de puentes. Tiempo después le ofrecerían un contrato para continuar laborando en los EUA, el cual no aceptó al preferir continuar viviendo en este bonito poblado de la región sur del estado de Nayarit y puerta de entrada de Jalisco.
La entrada al poblado es única. Una alameda cerca de un kilómetro con una refrescante y gratificante bienvenida a cualquier visitante. Una entrada ejemplar de armonía con la naturaleza, un ejemplo a seguir para ser puesto en práctica en todos los lugares donde se puedan plantar árboles.
A la entrada del poblado se encuentra un majestuoso árbol con una sombra que invita a pasar un rato cobijado bajo su sombra especialmente en días de verano, en los cuales el calor aumenta de intensidad.
Unos pasos adelante está el cerrito de la Cruz, en el que tuvimos la oportunidad de subirlo y desde ese punto conseguir el momento de esta imagen que refleja la vida tranquila de una zona rural, solo interrumpido por el ruido y el pitido de las locomotoras y vagones de carga que por allí pasan.
Un poco más adentro se localiza el barrio de La Petaca; y una vez dirigiéndose al centro del poblado se llega al barrio del Parián, lugar en el que vivieron mis abuelos, Pedro Lizárraga y Emilia Marmolejo y familia siendo vecinos de la escuela Aquiles Serdán y viviendo muy cerca del templo de San Antonio, residiendo en ese lugar.
Allí nacieron todos mis tíos de la familia Lizárraga Marmolejo, mi tía Antonia, mis tíos José y Guadalupe, mi tía Manuela, María de Jesús, María Gracia y mi madre María Nieves.
Algún día en plática con mi madre me comentaba que para los niños que atendían el catecismo en su época, se les incentivaba dándoles boletos, los cuales se podrían canjear con antojitos en una kermés que se organizaba en el cerro de la cruz. El evento era conocido por los lugareños como “La Jamaica”.
Ranchos de arriba se encuentra a 1, 260 mts. sobre el nivel del mar, al entrar al estado de Nayarit por la autopista o carretera libre. Es la primera población visible en la falda de la montaña hacia la parte derecha.
El último censo arrojó una cantidad de 309 habitantes. Muchos de sus hijos radican en la unión americana y muchos de ellos regresan a vacaciones durante las fiestas decembrinas y otros en junio en las fiestas de San Antonio.
Algunos de los apellidos muy conocidos de la región son las familias González, Sánchez, Gómez, Balbuena, Aguilar, López, Parra, Ramírez, Lizárraga y Marmolejo.
En mi infancia recuerdo mucho las reuniones de familia en compañía de todos los primos. En casa de mis abuelitos tenían guajolotes o pavos en el corral que nos daban tremendas corretizas.
Mi abuelita Emilia siempre pendiente para cuidarnos, ya que al final del patio se podía ver el paso del tren y un gusto al momento de verlo pasar cuesta arriba a su lento caminar en dirección al estado de Jalisco; al mismo tiempo degustando de los mangos que allí se daban por racimos.
Bonitos recuerdos y convivencias que se guardan por toda la vida.
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