EL ROSARIO, NAYARIT.
Rodeado de pitayos, mezquites y ciruelos y con sus estrechas callejuelas, su hermosa plazoleta, maizales y hortalizas, los habitantes de El Rosario —municipio de Amatlán de Cañas—, se encuentran sumergidos por ahora en la celebración de sus fiestas patronales.
Gente bonita, hombres bravíos, mujeres hermosas se ven a diario deambular, alrededor de la fuente, sentados al pie de los verdes prados, platicando, comentando los sucesos cotidianos o lanzándole piropos a las “chavas”, la gran mayoría utilizando cubrebocas para evitar contagios del coronavirus u otras enfermedades.

Y no fueron decenas o docenas, sino cientos de personas las que acudieron el pasado sábado al “centro” del lugar a fin de sumarse al jolgorio en lo que marcó el inicio de la fiesta patronal, en honor a la Señora del Rosario.
Música de mariachi y banda, de tríos y acordeón; campos de siembra, amor en la labranza. Aguas cristalinas, de El Manto y de El Salto, de antojitos y platillos suculentos; luces de alegría en las Fiestas del Rosario.
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Un templo limpio y pulcro, bailes y jaripeos. Deliciosos cacahuates, aguas frescas de sabores. Cantos, rezos y serenatas en el centro del poblado; todo ello bajo la batuta del actual presidente de la Junta de Mejoras, Pedro Macías, en coordinación con las autoridades eclesiásticas.
Baile de muchos megatones para este sábado 6 de noviembre con la internacional Banda Ráfaga, completamente gratis; y para el domingo 7, fiesta grande con el jaripeo-baile que amenizará “El Ciclón del Pacífico”.
Cerros gigantescos y una higuera milenaria serán de nueva cuenta inmóviles testigos de esta fiesta… la fiesta del pueblo, de ésta tierra Santa, Tierra del Señor, como dice el corrido de Nayarit.
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