Omar G. Nieves
Ahora resulta que el ex priísta, ex panista, ex verde ecologista, ex perredista y muy probablemente convergencista en los próximos días, Salvador Muñoz Hernández, es quien garantiza el cambio – remasterizado – en el gobierno municipal de Ixtlán; un hombre que viene a salvarnos de la crisis social que se vive en este municipio; el mesías, el elegido por las masas que ya están hartas de lo mismo; y que significa en el discurso de los apologistas de los que se rodea, nada menos que lo mismo.
Es el Chato Muñoz un personaje populachero, sandunguero como los políticos que con un saludo, un apapacho o una buena lisonja te produce el efecto placebo que a todo jodido le viene bien. Un político así suele crear una congregación de fieles, más que de militantes con ideología y principios propios. De hecho, hogaño la militancia escasea, si no es que ya desapareció.
Pero así como hay gente como El Chato, que como los camaleones cambian de color – que al cabo lo que importa es “el mono” –, hay gente como Ismael Espinosa en Ahuacatlán a los que ni Chana ni Juana. Personas a los que no les gusta encasillarse con nadie, pero que tampoco tienen definición política.
A Ismael le sobran ideas y proyectos, ni qué decir, pero en cuanto a delimitar las cosas que deben pertenecer a lo público o a lo privado, ni hablar; tales cuestiones comprometen, y eso no es lo que le conviene a un relacionista público. Por eso cuando le preguntamos si pretende participar en estas elecciones para algún cargo de elección popular, Ismael respondió en todo momento zigzagueando las respuestas:
“Necesitaría tener la respuesta previa a dos interrogantes: ¿Puedo? ¿Debo? Y así poder responder esa pregunta de manera real… se me menciona junto con otras personas pero no hay nada específico, pero claro que sería un honor para cualquier ahuacatlense ser presidente… no me apasiono ni me empecino en lograr algún cargo. Llegando el momento y valorando algunas circunstancias, decidiré la forma en que participaré en la vida política de Ahuacatlán… Intenciones concretas no, pero sí me gustaría como a cualquier ciudadano representar el sentir de mis paisanos”.
Lo anterior, palabras más, palabras menos, son los mismos argumentos que expuso el senador Castellón Fonseca para declinar sus aspiraciones a la gubernatura estatal. “No queremos contribuir a la polarización de las fuerzas políticas” – le faltó decir “Amor y paz” –.
Las que ya tienen puestas sus cananas para la guerra son doña Martha y la señora Charo Mejía, pues todo parece indicar que siempre sí buscará la candidatura la esposa de Ney. Será interesante ver esta pelea de respetables señoras en donde podrían volar pelos.
Se dice que la señora Martha ya tenía amarrada la candidatura de la alianza entre el Partido del Trabajo y Convergencia, pero el viernes estando en la negociación, recibió una llamada de altos vuelos para convencerla de que regresara a la alianza del PRD y el PAN, con el ofrecimiento de que la candidatura sería para el que estuviera mejor posicionado en las encuestas. A las cinco y media de la tarde del viernes, dejó botados a los partidos de izquierda para regresar a este Frankenstein que formaron los perredistas y panistas. Empero, la distinguida señora dejó la puerta abierta en Convergencia, por si las dudas.
¿Cómo explicar que siendo Nayarit y su capital uno de los lugares más violentos del país se le otorgue una de las calificaciones aprobatorias más altas al gobierno de Felipe Calderón – el segundo según se dice –? Es claro el analfabetismo político que priva en la entidad.
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