La cicatriz en mi espalda bajo es bastante notoria. Mide alrededor de 12 centímetros y es producto de la operación que se me realizó el 19 de enero del 2009, fecha en la que se realizó el trasplante de riñón de mi hijo Omar.
El doctor Sandoval, del Centro Médico de Occidente, fue el que me extrajo esa pequeña parte de mi cuerpo; y fue el doctor Valdespino quien se encargó de implantárselo a Omar.
Un año antes me había ofrecido como donador. La insuficiencia renal del mayor de mis hijos me impulsó de inmediato a iniciar el protocolo del trasplante y corría la tercera semana de febrero del 2008 cuando iniciamos con los primeros análisis médicos, empezando con los tipos se sangre. Todo esto en la clínica uno del Seguro Social.
Afortunadamente resultamos compatibles y a partir de entonces me sometí a distintos exámenes clínicos y constantes chequeos, ante diversas especialidades: Urología, cardiología, medicina interna, oftalmología, odontología, psicología, psiquiatría, nutriología… en fin; todo esto a la par de las sesiones de hemodiálisis de Omar.
El protocolo en el Seguro Social de Tepic concluyó a los tres o cuatro meses. De ahí se me trasladó al Centro Médico de Occidente – de Guadalajara, Jalisco – a fin de seguir con el protocolo. Piso Seis de la torre de especialidades. Ahí se ratificó el buen estado de mis riñones, pero se continuó con los estudios.
Desde que se inició con el protocolo cambió mi estilo de vida, empezando con la dieta alimenticia. Nada de alcohol; mucho ejercicio. Habría que reducir mi peso corporal, pues tenía un sobrepeso de aproximadamente 15 kilos. Lo logré; y Omar también siguió su régimen como receptor, hasta llegar a aquel 16 de enero, en que se nos requirió para ser internados. El trasplante se realizaría tres días después.
A las ocho de la mañana del 19 de enero nos condujeron al quirófano. El trasplante fue exitoso. Yo pude abandonar el hospital a los cuatro días. Omar permaneció alrededor de tres semanas en terapia intensiva.
Ninguna complicación registró mi cuerpo, si acaso una fibrosis que me ocasionó una protuberancia en mi abdomen derecho. Nada de cuidado. Omar, en cambio se sometió a cuidados extremos; el uso de cubre bocas durante todo un año e ingesta de medicamentos de por vida.
Yo exhibo ahora esta cicatriz; pero realizo una vida normal. Juego futbol, puedo correr, trotar. Como prácticamente de todo, pero trato de no excederme, aunque cuando salgo fuera no me cuido. Mi calidad de vida en términos generales es buena.
Escribo lo anterior justamente hoy que se celebra el día nacional de la donación y trasplante de órganos. Transmito mi experiencia por la simple razón de crear conciencia. Donar un órgano ayuda a salvar o a prolongar la vida de un ser humano, como tú, como yo, como aquel y como aquellos.
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