“Poli o Francisco; ¿cuál es su verdadero nombre?”, inquirió alguna vez la regidora Viri López, de San Sebastián del Oeste, Jalisco. La interrogante formulada con un dejo de curiosidad, en realidad no me sorprendió, pues muchas veces me han preguntado lo mismo. ¡Por supuesto que siempre trato de despejar sus inquietudes!
La mayoría de la gente me conoce simplemente como Nieves; pero también pueden llamarme Francisco o Poli. Eso no tiene importancia; con cualquiera de esos nombres me identifico. Sin problema.
Les explico: Decían mis padres que nací un 13 de agosto de “mil novecientos no se qué”, a las 5:00 de la mañana; y fue una partera la que me extrajo del vientre de mi madre. Chole se llamaba ella. Caminando desde el barrio del Chiquilichi arribó a aquel jacal de la calle de Abasolo en el barrio de La Presa. Ahí pegué mi primer “berrido”.
Bueno pues resulta que ese día, es decir, el 13 de agosto, el calendario marca como Día de Santa Aurora y de San Hipólito; y pues ni modo de bautizarme como Auroro, ¡Pues no!, ¿verdad?
El asunto es que a partir de ahí mis padres y hermanos empezaron a llamarme con el apócope de Hipólito, es decir, Poli. Sin embargo, cinco meses después me llevaron a la iglesia para bautizarme y lo mismo hicieron en el Registro Civil. El señor Cura Salcedo y Alejo Enríquez asentaron en sus libros que el 13 de agosto nació “un niño vivo” —después me di cuenta que se habían equivocado— al que se le puso por nombre Francisco Javier.
¿Qué ocurrió?, no se. El caso es que mis padres tuvieron esa costumbre de llamar a sus hijos de acuerdo al nombre del Santo plasmado el día del nacimiento de cada cual. A Beto mi hermano, le empezaron a decir Crisóforo —nacido el 20 de abril—, aunque fue registrado oficialmente como Adalberto.
A mi hermano Luis Humberto se le identificaba como Cástulo, pues nació un 26 de marzo; mientras que a Marcos Antonio —el más chico de los hombres—, quien vio la luz primera el 14 de noviembre le llamaban con el apócope de Serapio, o sea “Sera”… y así por el estilo.
Total, de ahí viene ese mote de Poli y muchos amigos y conocidos así me identifican, pero mi nombre oficial, como ustedes saben, es Francisco Javier, pero, ¿verdad que no está tan enredoso? ¡Ah!, y también debo explicar que al igual se me conoce como Nieves, por ser este mi primer apellido, aunque algunos piensan que ese es mi nombre.
Así es que, explicado lo anterior, usted puede dirigirse a mi como quiera: Poli, Nieves o Francisco, aunque pocos son los que me llaman por mi nombre real; y por cierto casi nadie me dice Javier, sin embargo, insisto, eso no me importa. Lo que en realidad me interesa es seguir siendo su amigo y eso mucho lo valoro. ¿Estamos?
Discussion about this post