AHUACATLÁN.
La pandemia sigue cambiando la vida de muchos. Son muchas cosas que se han modificado y entre estas hay que enlistar a las celebraciones religiosas. No ha habido ni ferias ni fiestas populares.
En años anteriores, para estas fechas, por ejemplo, el novenario a la Virgen del Rosario de Talpa en Ahuacatlán estaba en todo su apogeo; sin embargo, para este 2021, las puertas de la capilla que se erigió en honor en el barrio del Chiquilichi, están cerradas.
Por disposiciones de las autoridades municipales y de las eclesiásticas se suspendieron misas y eventos culturales. Tampoco ha habido fuegos pirotécnicos, ni música y ni venta de antojitos mexicanos.
El novenario empezó el pasado 24 de enero y solamente acude a la capilla la familia a la que le corresponde arreglar cada día. Permanecen ahí solo unos minutos y enseguida se cierra. No se permite el ingreso a nadie.
El origen de ésta fiesta en Ahuacatlán, cabe explicar, data de finales del siglo antepasado, luego de que unos arrieros le dejaran la venerada imagen a una noble mujer, madrina de doña Pachita Mariscal quien, junto con su esposo Toribio, le dio continuidad a esta celebración, ahí mismo en su domicilio, ubicado por la calle Miñón casi esquina con Cuauhtémoc, en el populoso Barrio del Chiquilichi.
Al morir don Toribio y doña Pachita, la imagen quedó en resguardo de doña Chabela Espinosa, quien le dio otro empuje a la celebración. Doña Chabela murió hace alrededor de cinco años y ahora son sus hijos, junto con otros devotos los que se hacen cargo de la organización.
Esta vez, sin embargo, las cosas no serán igual. La pandemia lo cambió todo. El gobierno autorizó solamente que se utilizara poca pólvora; si acaso algunos cuantos cohetes, pero hasta ahí nada más.
Discussion about this post